Desde los tiempos más remotos, los médicos han ejercido una suerte de monopolio con sus servicios; por razones obvias, la oferta de estos profesionales siempre ha sido muy inferior a su demanda.
La costumbre arrastrada luego de milenios es que cada galeno tenga su consultorio particular. El colmo es que aun en las clínicas privadas rige la misma particularización de estos servicios.
En dichas clínicas hallamos médicos generales, y m. especialistas, cada uno en sus consultorios y horarios privados, doblemente privados porque ninguno de ellos está a la orden de los enfermos en cada momento, sino dentro de horarios restringidos y condicionados más a la conveniencia de los galenos que de los pacientes.
Ese desequilibrio se ha visto marcado con la aparición de sofisticadas especialidades surgidas con la complejidad misma de los avances científicos y tecnológicos.
Por ejemplo, ya los traumatólogos no pueden atacar de frente ninguna parte anatómica osteomuscular, salvo que se especialice, digamos, en rodillas, si fuere el caso, so pena de fallar en sus tratamientos.
Es notorio observar que mientras algunos consultorios de una misma especialidad se hallan con pocos pacientes, otros, de la misma especialidad, se hallan constantemente full, al punto de “no caberles una hojilla entre paciente y paciente de cada tarde, mañana o durante tal o cual día” que ellos se dignen atender aquí y otros días allá.
Ese subempleo de unos médicos y sobreempleo de otros, podrá ser muy rentable para unos aunque muy desventajoso para otros, pero, lo más importante es que resulta muy malo, oneroso e inoportuno para el bloque de pacientes del día, para la población local, regional y nacional.
Se trata de una evidente pésima y atávica organización de esta importante mano de obra que valdría la pena aprovecharla mejor, sobre todo, pensando que nos hallamos en revolución, un proceso que nos invita a dejar atrás los vicios burgueses que tanto despilfarro ocasionan a nuestros recursos materiales, técnicos, científicos y humanos.
Las clínicas privadas podrían funcionar con un criterio de rendimiento técnico superior: especialistas agrupados homogéneamente en determinados horarios y salones con grupos de especialistas de una misma especialidad y sus respectivos equipos atendiendo indistintamente a Fulano, Mengano o Zutano, a quienes durante ese horario se halle enfermo y solicite de ese tipo de especialidad en particular, aunque les resulte indiferente cuál especialista lo atienda, tal como ocurre en casos de emergencia. Como sabemos, no se llega a ninguna emergencia solicitando ser atendido por el médico X.
02/09/2014