Quinto malo

¿Es la juventud un valor en sí?

Hay quienes afirman que la juventud es un estado del alma y una actitud ante la vida. Que es, también, un ímpetu -que se puede mantener durante toda la vida-, un deseo de cambios y, para algunos, hasta una razón ante todas las sinrazones de status-quo o del establishment.



Lo que sí es verdad es que la juventud, no es un valor en sí.



Los valores, he insistido muchas veces en esto, y no soy el único en hacerlo, son valores de clases. Un valor de clase burguesa no es lo mismo que un valor de clase proletaria, aunque reciban una misma denominación.



La “solidaridad” ejercida por la burguesía (exabrupto negado) es filantropía, es dádiva o, más bien, limosna, que siempre espera ser retribuida o convertida en capital que se reproduce en manos de sus dueños y de los medios con los que se producen (por cierto, con la insustituible fuerza de trabajo obrera o vendida por el obrero como medio de subsistencia para quien no tienen otra mercancía para intercambiar).



La solidaridad, ejercida por el proletariado, es un valor de acompañamiento en el camino de liberación que, como clase, transitan quienes ejercen el rol revolucionario de acabar con las relaciones de explotación por las que se produce en el capitalismo.



La juventud solidaria, no lo es por los parámetros etáreos en los que ella aparece medida. Es solidaria la juventud si expresa valores de clase del proletariado y es egoísta si expresa valores de clase de la burguesía ¡No es solidaria en sí! Como tampoco es revolucionaria en si ni constituye un valor en sí.



Veamos un ejemplo organizativo. Si en mi barrio, o en mi comunidad, decidimos conformar un Consejo Comunal para atender las necesidades del colectivo vecinal, estaremos en la obligación de designar, en asamblea mayoritaria, a las voceras y voceros en áreas claves de la administración de las respuestas a a esas necesidades.



Si un vecindario está compuesto, en un 80 por ciento, por familias jóvenes, es muy probable que, en un porcentaje similar, haya jóvenes en esas vocerías. Al igual que si la población está sesgada por un predominio de mujeres, éstas tendrán un peso específico en la conformación del Consejo Comunal.



Lo que no se puede hacer, a priori, es pedir que, al menos, la mitad de las voceras y voceros sean jóvenes, como si ello constituyese una garantía o seguridad de que se está conformando una institución revolucionaria, de mayor calidad en el desempeño, honesta, antiburocrática y anticorrupta. No es la impronta generacional la que determinará el carácter revolucionario o contrarrevolucionario de un organismo de gobierno popular, tan importante como ese.



Es la adscripción de clase proletaria de sus integrantes y de la institución comunitaria, la que determinará que el organismo de gobierno comunal (o de cualquier instancia, si se prefiere) sea o no revolucionario.


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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

 ivanpadillabravo@gmail.com      @IvanPadillaB

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