Curiosamente, la fuente energética más rica descubierta hasta ahora no ha resultado comercializable, no ha podido caer en manos del comercio internacional. Es tal vez y por ahora la única producción no salpicada directamente por intereses mercantiles, aunque obviamente se le produce con fines básicamente políticos y armamentísticos.
A manera de una perogrullada, las grandes extensiones de tierra agrícola han sido siempre la base técnica de la producción alimentaria y sus derivados. De esas tierras provinieron carnes, vegetales, frutos varios y particularmente maderas, tanto para la confección de utensilios como para leña.
Los inmensos cotos de caza no sólo se conocieron como divertimento de la aristocracia medioeval, sino que su cultivo era fundamentalmente silvestre. Campesinos y aristócratas se alimentaban, por así decirlo, del cultivo a la cacerola. Sólo los citadinos se alimentaban, como desgraciadamente ocurre todavía, con alimentos del campo “asoleados durante una segunda vegetación”, golpeados, ensuciados y hasta vencidos en calles y mercados inmundos sin mayor control sanitario ante la misma ignorancia alimentaria de sus consumidores. Parece ignorarse que mientras más frescos sean los derivados de la tierra, ríos y mar, más vitalidad y riqueza alimentaria pueden transferirnos.
Con la llegada de la electricidad comercial y de los hidrocarburos, la leña como combustible casero y para transportes pasó de moda, pero en Venezuela, por ejemplo, hasta la segunda mitad del siglo XX, era el único combustible de nuestros hogares de bajos y hasta medianos ingresos. En los tiempos de Bolívar, los mantuanos la usaban. Las viejas casonas del siglo XIX dan fe de sus grandes espacios reservados para las topias y depósitos de carbón y leña cruda.
Los campesinos que no trabajan como personal domésticos de los terratenientes trabajaban sus parcelas y los faltantes alimentarios y energéticos los tomaban a hurtadillas de los cultivos de los “señores”, de unos cultivos harto conocidos por aquellos por cuanto los trabajaban en pago a las parcelas cedidas para su mantenimiento.
El petróleo y la energía eléctrica artificial, aparte de la incomerciable energía atómica, son mercancías muy modernas, mientras que la energía vegetal, el carbón vegetal obtenido a partir de la madera y de sus leños acompaña al hombre desde el hallazgo mismo del fuego artificial.
Hasta bien entrada la década de los años 40, en la calle Arvelo de Valencia, a unas 2 cuadras al Este de la Avenida Constitución, se conservaba una plantación de cujíes, acreditado árbol de gran demanda por su alta combustibilidad y duración.
De manera que no sólo para alimentación, sino como energético de uso obligatorio explicaría la razón historicotécnica de esas grandes extensiones de tierra que hoy no sólo siguen aportando leña de baja demanda, sino que se hallan ociosos las más de las veces o con una pobre utilización agrícola.
16/09/2014