1. La gente se cansa y busca nuevos aires
La breve historia de Pkakao (traducido al español, significa: Pidiendo cacao) es como todas. Mejor dicho como casi todas las historias, relatos o cuentos. Lo que sea, comienza con un “Erase una vez…”. Es decir, tiene un inicio, un desarrollo y un desenlace. De eso se trata. Pkakao son muchos. Cada quien echa su historia como puede. Fui adeco hasta los tuétanos. Por herencia. Y en los meros tuétanos llevaba grabada aquella famosa frase que esgrimía siempre Rómulo Betancourt: “Adeco es adeco hasta que se muere”. Pero ni he muerto, ni soy adeco ahora. ¿Cómo es esa vaina?, pensaran ustedes. Veamos. Cuando vino el Comandante y mandó a parar, yo, Pkakao, ya estaba hasta la coronilla de promesas incumplidas, por parte de mi partido. Después de tantos años de fidelidad decidí montarle cachos al partido blanco. Soy un traidor, para ellos. Pero no lo soy para mí. Esto es lo que importa.
2. Nunca salí de abajo
Cuando me reclamaron mi “traición”, les dije que buscaría nuevos aires con mi Comandante Hugo Chávez. “Ese hombre me llegó al corazón. A mis huesos, pues. Creí en él. Y punto. Argumenté que, a pesar de su fidelidad al partido blanco, y haber servido de escalera a los vivos de siempre, nunca, en sus 25 años de militancia, conseguí nada. Recuerdo que una vez me ofrecieron ser chofer de un diputado. Y los mandé pal carajo.
“Siempre lo mismo. Me ofrecieron una casita de INAVI, y todavía la estoy esperando. Me ofrecieron villas y castillas. Y Terminaron dándome unas láminas de zing, dizque para que modernizará mi rancho. N uno ni lo otro. Uno el pobre aspira a que un gobierno le mejore la vida, como debe ser. Publicitaban créditos para los pobres, y cuando uno iba al banco le pedían hasta las muestras de sangre. Y al final. “Lo lamento compañerito para otra oportunidad”.
3. Chivo que se devuelve se “esnuca”
Ahora, ¡qué vaina tan buena!, como decía el humorista, Perucho Conde. Resulta que en muchas cosas el proceso revolucionario se parece mucho, pero muchísimo aquellos gobiernos adecos. Vea pues. Los bancos del Tesoro, Bicentenario, Venezuela, y compañía, promocionan y promocionan créditos para todo el mundo. Incluyendo a viejos, como yo. Puro engaño. Igual, como en la IV. Te piden hasta lo que llaman ADN, para saber si tú eres o no eres. Ofrecen tarjetas del Buen Vivir, de Alimentación y hasta para turistear… Puro engaño. Mis amigos me dicen, vente para acá. Capriles, arregla esto. Y yo les respondo: basirruque monta en caucho. Chivo que se devuelve se esnuca.
4. Confío en que Maduro arreglará esta vaina
Antes fui adeco. Ahora soy chavista. Antes creí en los gobernantes del pasado. Ahora creo en los chavistas. Por eso mi consigna es “Chavista es chavista hasta que se muere”. Quien invente, pierde. Mi país, tú país, nuestro país, está pasando por una mala racha. Alta inflación. Escasez de alimentos y medicinas. Contrabando. Inseguridad. Pero tengo plena confianza en que las cosas se enderezarán. Los líderes del chavismo tienen la obligación de acomodar esta vaina. ¿Por qué? Porque hay que frenar a la derecha, como se le dice ahora. Y cito otra vez al humorista: ¡“Adecos y copeyanos, no volverán. Truene, llueve o relampaguee, no volverán”! ¿Ustedes, de verdad, verdad, creen en esa consigna? Ojo, no hay chavismo puro. Dentro de ese saco hay muchos adecos y copeyanos. Y son capeones en la brincadera. En las misiones hay mucho adeco y mucho copeyano. Y si un día se acaba el dinero, no quiero ni pensarlo…
Nuestro Presidente Nicolás Maduro, tiene que apurarse en arreglar esta vaina. Debe poner todo sus esfuerzos en bajar la inflación y recuperar la economía, a nivel nacional. En segundo lugar, brindar seguridad a los venezolanos. Ah, se me olvidaba: darle con todo a los corruptos. Hay más corrupción que en la IV. Yo que se los digo. Sí Maduro les da hasta con el tobo, lo demás es fácil. Así lo veo yo. Quien fui adeco. Pero ahora soy chavista. No quiero que Maduro cambie su línea. Lo que quiero es que arregle esta vaina. Y punto… Llego la frase: “En el corazón de todos los inviernos viene una primavera palpitante, y detrás de cada noche una aurora sonriente”. (Gibran Jalil Gibran)… Chao. ¡Volveré!
Puerto Ordaz, 18 de septiembre de 2014