“En todas partes se cuecen habas (caraotas y afines)”, asimismo, en todas las sociedades burguesas, tanto opresoras como oprimidas, hay economistas vulgares o simplemente profesionales preparados académicamente para la defensa de la Economía capitalista, a como dé lugar.
Tales profesionales no pueden ser objetivos en sus diagnósticos macroeconómicos porque sencillamente la Economía vulgar es microeconómica por excelencia y sus gestores, agentes y defensores velan primero por la supervivencia y prosperidad de una empresa en particular y no por todas en su conjunto. De allí las recicladas e inevitables crisis periódicas que caracterizan el sistema capitalista de producción.
En Valencia, de Venezuela, por ejemplo, a raíz de la caída de Marcos Pérez Jiménez, algunos economistas vulgares crearon la Escuela de Economía, o Escuela de MICROECONOMÍA con el mismo pensum característico de las escuelas de las demás universidades nacionales y de otros países burgueses.
De estas escuelas egresaron y lo siguen haciendo Economistas listos para aplicar todos los principios y las bases justificativas y preservativas de todas las triquiñuelas contables y economicistas garantizadoras del éxito de la empresa privada burguesa, su operación con mínimas inversiones y la obtención de ganancias sin límites.
La mejor expresión de esas leyes y principios que caracterizan a este tipo de Economía vulgar se centra en la concepción mengeriana o marginalista, según hemos explicado en entregas anteriores publicadas por este mismo medio[1].
Otras enseñanzas recogidas de su pensum de estudio se refieren a las perniciosas prácticas contables mediante las cuales se sobreprecian los inventarios: en algunos casos se hace inflando precios de las mercancías compradas a menor precio, y en otros vendiendo a los precios más elevados de los inventarios ya levantados.
En ambos casos, el comerciante y el productor regidos por esas consejas de este tipo de apologistas burlan los vaivenes naturales de los desniveles propios de la oferta-demanda porque, cuando la demanda debilita los precios en relación a períodos previos, el comerciante vende según condiciones ya superadas, y cuando empeoran esas condiciones vende según las c. más recientes[2].
Cabe señalar que muchas de las inconsistencias aparentes de la oferta-demanda, una ley inviolable como tal, responden a este tipo de triquiñuelas practicadas por fabricantes y comerciantes en general. Son a sus panegiristas a quienes se le oye hablar y se les lee sus “análisis”, es decir a sus panegíricos dirigidos a dar por incambiable el sistema burgués y a negar todo razonamiento socialista por científico que este sea, tal como la Economía de punta, o sea, la Economía científica derivada de los aportes críticos hechos por Karl Marx en su obra maestra: DAS KAPITAL.
Es que así como la Dialéctica Materialista deja obsoleta la Dialéctica idealista, asimismo la Economía Marxiana obsoletiza la Economía vulgar cuyos mejores representantes sucedieron a los clásicos Adam Smith y David Ricardo, ya que Karl Marx se encargó de desmontar todos los intentos serios y científicos que estos economistas “clásicos” realizaron para explicar el origen del VALOR, piedra fundamental donde se apoya todo el edificio de la Economía Política.
12/10/2014
[2] Protestas estudiantiles académicas podrían perfectamente exigir una revisión de este tipo de pensum.