La contratación hace un par de meses de Seguros Caroní para la póliza de
HCM de los trabajadores de ALCASA ha generado una serie de quejas por
parte de los asegurados por el mal servicio que presta esta aseguradora
privada. Ante las deficiencias que sigue presentando el servicio
público de la Salud, la necesidad de contar con una empresa aseguradora
que garantice el acceso a las clínicas privadas parece ser indispensable. Sin embargo, la contratación de seguros privados implica
que cientos de millardos van anualmente a las arcas de la burguesía,
enemigos mortales de este proceso revolucionario. ¿Qué hacer entonces?
Bajo esta premisa está claro que seguir financiando a las aseguradoras
y clínicas privadas es “cuchillo para nuestra propia garganta”. Por
ello, debemos buscar alternativas revolucionarias a esta problemática,
que evidentemente no impliquen una desmejora de los beneficios de los
trabajadores.
El descontento con Seguros Caroní en ALCASA
El pasado 27 de Enero, Dennys Sucre, delegado del Comité de Higiene y Seguridad y miembro del Movimiento 21 (FBT), manifestó al Correo del Caroní
su inconformidad con la decisión de firmar un contrato para el servicio
de HCM con la empresa Seguros Caroní, alegando que "esta decisión no
fue consultada en ningún momento ni con el sindicato, ni mucho menos
con los trabajadores" y propuso que “este contrato sea revisado y
sometido a un referéndum para que sean los trabajadores quienes
aprueben esta póliza de HCM, con la empresa aseguradora que ofrezca un
mejor servicio".
Por esos días, el actual Secretario General de SINTRALCASA,
Henry Arias (Causa R), comentaba al mismo diario regional que “no es
con referendos o recolección de firmas como se resuelven los problemas
de los trabajadores, sino que es hablando con la empresa como se les
hace saber nuestros problemas”, una postura ambigua que no deja
entrever precisamente una política de participación de las bases y que
no es cónsona con una política de participación obrera, enmarcada en el
proceso cogestionario que se desarrolla actualmente en la empresa.
El 15 de febrero pasado, el diario regional Nueva Prensa de Guayana
citaba declaraciones de José Gil, Secretario de Organización de
SINTRALCASA y uno de los principales dirigentes del Movimiento 21,
acompañado de un nutrido grupo de activistas de este movimiento
sindical, declaraba que “el subsistema de salud planteado en las
diferentes cláusulas de la contratación colectiva está siendo
desmejorado en detrimento de la masa laboral alcasiana y sus
familiares”. Adicionalmente comentaba que Seguros Caroní “no tiene la
plataforma para brindarle a los trabajadores de Alcasa la atención
debida” ya que “las clínicas relacionadas con esta empresa aseguradora
solamente aceptan atender a dos trabajadores” y además ha habido “una
reducción drástica del numeroso grupo de clínicas que brindaba
servicios” a los trabajadores de ALCASA.
Alcides Rivero, dirigente obrero en ALCASA y activista de la Corriente por el Socialismo Revolucionario,
confirmaba estas quejas, pero a la vez advertía de cómo estos problemas
están siendo usados por algunos sectores sindicales para atacar la
actual gestión en ALCASA, particularmente al proceso cogestionario que
se desarrolla en esta estatal del aluminio, algo que analizamos en un
anterior artículo (La Cogestión en ALCASA bajo ataque), disponible en nuestra Web.
Por una política en salud con contenido clasista y revolucionario en ALCASA
El problema que se presenta en ALCASA con la póliza de HCM es
parte de una discusión mucho más amplia. El sistema público de salud
sigue manteniendo muchas carencias, a pesar de las iniciativas
impulsadas por el Gobierno Bolivariano con Barrio Adentro, los Centros
de Diagnóstico Integral y la enorme inversión en numerosos hospitales
públicos, que ciertamente han significado una mejora pero están aún
lejos de resolver el problema. Es por ello que declararle sin más al
trabajador que debe prescindir del HCM pues no forma parte de una
política revolucionaria al seguir inyectándole recursos a nuestros
enemigos de clase obviamente no es una alternativa viable en estos
momentos. ¿Quiere decir esto que debemos rendirnos ante la burguesía
que nos exprime ganancias a través del sistema de salud privado?
Una respuesta en la coyuntura expuesta incluso podemos
encontrarla, aunque ciertamente incompleta, en el propio contrato
colectivo vigente de ALCASA. Según cita el Nueva Prensa del 15
de febrero, Gil declaraba que en la cláusula 55 se habla de “la
adquisición, dotación y puesta en servicio de un centro de salud, ya
sea bajo la forma de ambulatorio o instituto hospitalario para ser
utilizado por los trabajadores y sus familiares cercanos”.
Según estimados obtenidos, ALCASA sola gasta anualmente más de
200 millardos de bolívares en pago de póliza de HCM. Con un presupuesto
de este tipo bien pudiera hacerse la inversión de un moderno centro
hospitalario que atendiese a los trabajadores de ALCASA y sus
familiares, pero que también sirva de ayuda a las comunidades aledañas.
Esta idea se haría aún más factible si, como defendíamos en un artículo
anterior, se diese la tan necesitada unificación de las empresas del
aluminio de la zona. Tan sólo entre ALCASA y VENALUM se podría contar
con un presupuesto adecuado como para adelantar una obra de esta
envergadura, donde los trabajadores de dicho centro asistencial sean
justamente empleados de estas empresas, gocen de todos los beneficios
contractuales y salariales que el resto de los trabajadores de las
empresas del aluminio.
Adicionalmente, basados en el proceso cogestionario que se
desarrolla en ALCASA, este centro asistencial debería estar bajo el
estricto control de los trabajadores no sólo del mismo, sino de ambas
empresas del aluminio, así como buscando involucrar a las propias
comunidades. Esto sería además la continuación de experiencias de
contraloría social con participación de los trabajadores como la que se
ha desarrollado en el Hospital El Algodonal en Caracas.
Los revolucionarios debemos decirlo y repetirlo hasta el
cansancio y más allá. Debemos luchar por una transformación
revolucionaria del Estado, y en particular del sistema de salud, pues
sólo será en el marco de un nuevo Estado, basado en asambleas de
delegados elegibles y revocables en todo momento, con una economía
nacionalizada y planificada democráticamente, que podrán realmente
resolverse las enormes dificultades que aquejan al sistema público de
salud.