Deberíamos comenzar a pensar en el despliegue de escudos antimisilísticos que protejan a Venezuela de los permanentes ataques de las transnacionales, del imperialismo yanqui y de sus cómplices locales como Tenatex de Venezuela, Dequimveg, el grupo Santos &Martins, entre otras de las que fabrican y distribuyen (Bueno ahora esconden, la distribución era en el pasado) productos de limpieza y cosméticos.
Como una especie de sub-batalla de alta intensidad, el imperio estadounidense se ha propuesto arreciar la guerra económica contra este país que se propuso ser libre e independiente. Nos quieren matar de caspa y olores pecuecúos. Se han propuesto que vivamos permanente percudidos en nuestras vestimentas. Nos están arrancando el glamur de habitantes de un país petrolero al que nunca le había faltado una buena dotación de los mejores jabones, champúes, desodorantes y productos cosméticos de todo tipo y de las “mejores” marcas mundiales.
Las transnacionales y el imperialismo quieren apiñarnos en grandes masas a las orillas de los ríos para que lavemos nuestras ropas con azulillo y a golpes de piedras, como se hacía antes de que sus industrias inventaran, fabricaran y distribuyeran (publicidad mediante, por supuesto) sus, ahora, insustituibles productos, cuya carestía tiene a más de una venezolana y de un venezolano, a punto de rendirse y ver si se mudan a Miami o a Panamá, donde muy probablemente puedan vivir libres de estos bombardeos programados.
Hasta hace poco la artillería disparó escondiendo el papel tualé y las servilletas, recordando que esa táctica les funcionó como parte de los ataques utilizados contra la democracia socialista que encabezara a comienzo de los años 70, en Chile, el compañero presidente Salvador Allende, quien al poco tiempo fuera derrocado y asesinado, con la consecuente imposición de una dictadura fascista que se prolongó por 30 años.
En Venezuela, contra nuestra Revolución Bolivariana, contra el chavismo y el gobierno que encabeza nuestro camarada Nicolás Maduro, han probado y están probando de todo.
Dramáticas son las acciones terroristas, con costos de vidas humanas, como las ensayadas durante las guarimbas (especialmente este mismo año, desde el pasado 12 de febrero) y las ahora aplicadas contra personalidades, como nuestros jóvenes camaradas, Robert Serra y María Herrera, asesinados por agentes del sicariato que organiza y dirige el capo narcotraficante Álvaro Uribe Vélez, desde la vecina Colombia.
Por fuera no pueden quedar las sospechas de que en la proliferación de virosis actuales, con altos niveles de morbilidad, estén presentes los mismos planes imperiales de dar al traste con nuestro perseverante trabajo y luchas para ser definitivamente independientes y construir nuestro socialismo, mediante la Revolución Bolivariana.
Sembrar el descontento masivo, con esas acciones terroristas y económicas en el terreno personal y colectivo, es parte de un plan imperial que no ha cesado ni cesará fácilmente. Las transnacionales capitalistas, el imperialismo estadounidense y sus lacayos en Venezuela, siguen su misma estrategia de cerrarle el paso a nuestra Revolución que es nuestroamericana y mundial, por cuanto es contribución a la liberación de la humanidad del yugo del gran capital.
Varían sus tácticas, pero su estrategia es la misma, por lo que no debemos bajar nuestra vigilancia, no debemos dar “paz ni cuartel” y nuestro deber es vencer. Frente a un enemigo de tanto poder y recursos, unidad de clase, unidad del pueblo, unidad de las y los revolucionarios, unidad de las patriotas y de los patriotas. ¡Unidad, unidad, unidad y más unidad!