Corto, claro y raspao. Apostémosle a Maduro

Editorial

Apostarle a Nicolás Maduro, es apostarle a la revolución bolivariana. A los revolucionarios, sean duros, blandos, o lo que sea, no nos queda otro. Nicolás está montado en el potro, desde que derrotó al candidato perdedor de la oposición, Henrique Capriles, quien, dicho sea de paso, está en campaña, buscando otra pela, electoralmente hablando. En efecto, Maduro es una hechura de Chávez, si se quiere. Y fue él quien le recomendó al chavismo, a su ex canciller, para que lo sucediera en el liderazgo de la revolución. No nos queda, sino arrear con todos los hierros hacia delante. Por la victoria. Por la preservación del legado.


1.¿Cómo evalúa la gestión de Maduro?

Nicolás Maduro, a mi juicio, ha hecho lo que ha estado a su alcance para enfrentar a la canalla y a su violencia, desde que se sentó en la silla de Miraflores. En verdad, no lo han dejado tranquilo ni una semana, para que gobierne, sin apuros. La canalla servir y lacaya del imperio, ha hecho y hará todo lo posible por derrotar al chavismo, comenzando, como es lógico, por su líder. Nicolás Maduro, para mí, en una evaluación del 0 al 10, le pondría 6. Tal vez mi evaluación es mezquina, para algunos, y para otros, complaciente. Mejor nos vamos de historia.

Dicen que había un pequeño pueblo en el que vivía un rabino. Todos los habitantes estaban muy conformes con el modo en que el rabino llevaba la vida espiritual del pueblo. Siempre tenía una palabra de aliento o un sabio consejo para darles a los que se acercaban para consultarle.

Sin embargo, el rabino era viejo y estaba claro que pronto moriría. Los habitantes del pueblo se reunieron para decidir quién sería su sucesor, y todos coincidieron que debía ser el hijo del rabino, que también había estudiado religión., pues ¿Quién más que su hijo para que continuara el legado del padre.

Pronto el rabino murió. Y su hijo ocupó su lugar. Sin embargo, al poco tiempo el nuevo rabino comenzó a proponer cambios y a dar consejos misteriosos o totalmente opuestos a los que todos creían que habría dado su padre. Los habitantes del pueblo volvieron a reunirse para decidir qué hacer, y resolvieron ir a hablar con el rabino.

Cuando estuvieron frente a él, unos de ellos tomo coraje y habló:

-Mire, rabino, para serle franco, estamos un poco preocupados con todos los cambios que está haciendo. ¿Sabe qué pasa?, que nosotros lo elegimos porque pensamos que usted era como su padre, pero no es así.

-Se equivocan –respondió el nuevo rabino-. Yo soy igual que mi padre. Él no hacía las cosas de otro modo que como él creía que era mejor hacerlas… y yo tampoco. (Tomado del libro de Jorge Bucay: “El camino de la espiritualidad”).


2. Chávez y Maduro apuntan hacia lo mismo

El Gigante Hugo Chávez, tenía su estilo. Un estilo único para gobernar. Por eso en poco tiempo paseo su liderazgo no sólo por Venezuela, sino por América Latina y el resto del mundo. Muy difícil que esta tierra tenga otro Chávez en cien años. Unos piensan que ni en 200 años. En efecto, Hugo Chávez era Hugo Chávez, el arañero de Sabaneta. Y dejó un legado a su hijo político, al morir. Mucha gente piensa que Chávez no se equivocó. Otra buena parte, piensa que será difícil para Nicolás Maduro, mantener el legado. Dos personalidades distintas. Dos épocas distintas. Pero un solo objetivo: consolidar la revolución. ¿Usted, apreciado lector, puede evaluarla situación. Yo he puesto las cosas en el papel. Nada más.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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