En Venezuela, antes de promulgarse la epónima Misión Vivienda, ya hablábamos de “patria”, patria pa ’acá y patria pa’ allá, aunque con cierta debilidad “patriótica”, con sentimientos más inducidos que propios.
De hace más de 10 años, recuerdo haber manifestado mi desacuerdo en exigírsele tamaño sentimiento nacional a quienes carecían hasta de un mugriento catre donde caerse muerto. Lo hice por la Lista de Internet, “REDBOLIVARIANA” de la que fui cofundador y terminé renunciando a ella debido a sus virajes e incoherencias patrióticas, a mi modo de ver las cosas.
Es que para sentirse condueño de un país, de una nación, hay que tener en propiedad privada, por lo menos, una casa o apartamento. De hecho, esa propiedad estaría asegurada si se cuenta con un trabajo estable y un ingreso suficiente para sostener una familia con la calidad adecuada.
Desde luego, la propiedad privada depende mucho del nivel de seguridad que impere en una comunidad porque si llagara a desaparecer la delincuencia, ese tipo de propiedad privada perdería sentido. Las inversiones en la hechura de una vivienda serían colectivas sin importar quienes terminen habitándola porque, de paso, de partida todos los ciudadanos tendrían dónde vivir dignamente.
La Misión Vivienda Venezuela dio comienzo a una verdadera y ansiada siembra de nuestros principales recursos naturales, y con ello también el sentimiento de patria despertó en grandes mayorías como las actuales.
Pero, patria tiene connotaciones sentimentales menos puntuales y menos materiales: Por ejemplo, cuando se siembra el sentimiento patriótico, entonces la familia tiene un asidero sicológico que le impulsará a trabajar no sólo en función de su paga, sino del desarrollo de sus país; cuando pasee o transite caminado o en cualquier tipo de transporte, y lo haga dentro del territorio nacional, sabrá cuidar toda su ruta, no ensuciar los lugares por donde pase. Se abstendrá de sacar sus mascotas a defecarse en las calles y aceras porque sentiría que estaría ensuciando a su propia patria; cuando oiga hablar mal de su país, sabe que se trata de enemigos desvergonzados y mal educados, cosas así.
Digamos que el sentimiento de patria es de lo más contradictorio, dialécticamente paradójico: nos anima a tener propiedad particular y personal, y al mismo tiempo a considerar como nuestra toda la ciudad, todo el estado, todo el municipio, toda la parroquia, todo el país.
19/11/2014