El domingo se celebrarán las elecciones internas del Psuv. Iré votar como demostración que creo en el cambio, en una sociedad mejor, en un mundo donde no prevalezca el interés de poderosos y capitales. Sí. En efecto, a mi edad todavía sueño y ese es el mayor tesoro de mi vida. Creo en un mundo por venir algún día, cuando los tramposos y los “honestos” que viven del mucho trabajo de los demás y el poco de ellos, dejen de seguir siendo lo que son y haciendo lo que hacen.
Sueño con un mundo y país donde todos seamos creativos y productivos para que la riqueza abunde y alcance para repartir equitativamente. Esto significa que cada quien tenga derecho a recibir de acuerdo a lo que aporta y contribuye al proceso productivo. Dicho así, hay en ello una desigualdad, habrá quienes reciban más en la medida que más aporten a la producción. En efecto, tendrá que ser así por un tiempo del proceso largo de transición hacia un estadio mayor, más acabado, cuando el hombre se iguale en su lucha por hacer el mundo mejor. Por supuesto no creo que quienes poco aportan, salvo lo que han acumulado más de las veces ilegal, injusta y hasta tramposamente, reciban la tajada mayor o casi todo de lo que el trabajo produce. No le doy valor a quien se dedica a vivir de lo que otros le producen mientras él descansa. En suma, no creo en un modelo que premia el ocio, valida la explotación y la repartición exageradamente desigual de los beneficios. Menos a quienes se valen de argucias para a distintos niveles especulan y roban a quienes viven de sudor y esfuerzo honesto.
Ansío un mundo donde los niños y ancianos puedan sentirse el centro del universo y los poetas los grandes conductores. Un mundo donde las palabras atroces no se escuchen, no haya quienes las pronuncien y los actos crueles ni siquiera se recuerden en los museos.
No quiero un mundo donde cuatro, cinco o siete naciones se apoderen, por las vías que sean capaces de implementar, de las riquezas del resto de la humanidad. Quiero una humanidad donde cada hombre y por ellos las multitudes, se miren a la cara y se estrechen en fuertes abrazos.
Quiero un país donde la renta petrolera beneficie a la mayoría y no se la apropien camarillas de capitalistas, gerentes, empresarios y sus capataces de la política. Que se asuma solidario con los demás pueblos del continente para implementar un frente contra opresores y convencidos que el mundo les pertenece. Uno líder de las luchas contra el imperialismo y tienda su mano hermana a los demás del continente. Un país humilde y nada arrogante, donde impere el dar. Espero por un país, donde desaparezca la dádiva y la mendicidad y donde cada quien se sienta orgulloso desde su posición, por muy humilde que parezca, de contribuir con el bienestar propio y el de las demás-
Quiero un mundo donde la salud, recreación y aprendizaje no sean mercancías y el producto del trabajo de artistas, educadores, profesionales sea reconocido cabal y equilibradamente. Sin distancias injustificadas. Donde el trabajo intelectual no dé derechos especiales, como que sirva para acumular dinero, pero tampoco se le menosprecie como suele suceder en el capitalismo con gran parte de este sector.
Quiero un partido, donde sus dirigentes se sientan identificados con mi sueño, el “Plan de la Patria”, hagan política para crecer y hacer crecer a los demás. Donde la cualidad de dirigente se gana sobre la base del estudio intenso. el trabajo fecundo y la humildad en el vivir y proceder. Donde el dirigente entienda que su posición está destinada a servir y no servirse; o para decirlo con una frase de Fidel Castro, “a mayor responsabilidades más sacrificios”.
Pero también iré a votar porque creo que solo uniendo a los revolucionarios y al pueblo, trabajadores de todos los espacios, es posible lograr lo aquí ansío. Dividir favorece los planes enemigos. ¡Eso lo sé en abundancia! Haber vivido tantos años me permitió entender esa cosa tan simple, que a los revolucionarios jóvenes – en su mayoría – les cuesta entender. Quienes ganan, sin duda, con la división de un ejército es el adversario. Hay que aprender que, como dijo Antonio Machado, “caminante, no hay camino, se hace camino al andar” y en este caminar, abriendo trochas, brechas, remontando montañas, se va y se debe ir sumando.
Iré a votar por todas las cosas aquí dichas y las que se quedaron en el recuerdo, porque creo en el legado de Chávez y todavía tengo fe.