Menos persuasión y más convicción

La Organización de Estados Americanos, O.E.A., está constituida por la representación de 35 países: 12 de la América del Sur; Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. 8 de Centro América; Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Méjico, Nicaragua y Panamá. 2 de Norte América; Canadá y Estados Unidos. Y 13 del Caribe; Antigua-Barbuda, Bahamas, Barbado, Dominica, Cuba*, Grenada, Haití, Jamaica, República Dominicana, Santa Lucia, San Vicente y Las Granadinas, Saint Kitts y Nevis y Trinidad y Tobago. Entre los miembros de la O.E.A. se encuentra la República Bolivariana de Venezuela, situada al norte de Sur América, circunstancia que la hace un país equidistante a todos los otros países del continente, de fácil acceso a ella y con una amplia red comunicacional, ventajas que la hace un lugar excelente para instalar en él cualquier organismo internacional del continente.

Piense, estimado lector, el viaje tan largo que actualmente tienen que hacer los representantes de Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay, Perú y Brasil para asistir a una reunión de la O.E.A. en la ciudad de Washington D.C., y figúrese que estando allí sucede algún inconveniente interno en alguno de estos países ¿Cómo será la angustia para aquellas personas que necesitan llegar rápidamente a su país, pues saben que la tardanza en hacerlo significará un trastorno importante para el futuro de su patria?, sin duda que esta zozobra puede afectar la salud física y mental de cualquier ser humano; cosa que es muy probable ya haya ocurrido en varias oportunidades. Aparte de lo anteriormente expuesto, el costo de traslado y manutención de aquellos representantes en la capital norteamericana implica un gran esfuerzo económico; por su lejanía y costo de vida.

Sin embargo, lo más importante es que durante largo tiempo se ha venido hablando de que la O.E.A. debe ser reestructurada por resultar un órgano inoperante, y en prueba de ello está los siguientes ejemplos: En Venezuela, con respecto al golpe de Estado del 11-12 de abril de 2.002 contra un gobierno debidamente constituido, no se conoce cual fue el pronunciamiento definitivo de la O.E.A. como institución; aunque si se sabe de la posición valiente y democrática que a título personal asumieron muchos gobernantes. En Haití, allí fue secuestrado un presidente en ejercicio, electo por su pueblo en elecciones democráticas, se le llevó para Africa y luego nombraron a otra persona como Presidente de esa República; y la O.E.A. no ha dicho nada como consecuencia de aquel atropello. Por último en Ecuador, en esa nación remueven al Presidente de la República y el único pronunciamiento de la O.E.A. fue el de constituir una comisión y enviarla a ese país; todo, para dar tiempo a que las cosas se consolidaran y entonces no volver a tocar ese tema.

Ya es hora de cumplir con la solicitud de los pueblos americanos que en forma unánime han pedido que la O.E.A. se convierta en un organismo digno y ejemplar. La mudanza de su sede a algún país ubicado en el centro del continente es un ingrediente básico en la confección de una fórmula que mejore su apariencia democrática, ya que la mayoría de los delegados de los países miembros se sentirían liberados de las exigencias extrañas en cuanto a lo político, idiomático, cultural, social, etc.; descartándose de plano la grave advertencia hecha por el Libertador Simón Bolívar “Serán reducidos a cenizas si no se unen todos unánime y estrechamente para formar una sólida masa que sirva de barrera al torrente de horrores que nos quiere inundar”



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José Manuel Ameliach Nuñez


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