Diciembre mes particular por lo que representa, es la época en que las empresas públicas y privadas cierran su año económico, con una cuenta de sus relaciones económicas y con su respectiva memoria descriptiva.
La memoria y cuenta es una completa hematología que demuestra el estado actual de lo que se presupuestó, se invirtió y el impacto logrado, La planificación estratégica sabiamente habla hoy de indicadores, herramienta muy útil y acertiva.
Históricamente esta actividad ha sido a groso modo un rito o saludo a la bandera, solo se hace para cumplir "con la ley" pero no se le mete la lupa para escrudiñar a profundidad la salud de la administración.
Se verán desfilar por los entes oficiales los libros empastados que nadie lee y mucho menos revisa, perdiéndose la oportunidad de hacer de ellos un buen ejercicio de gestión pública.
Hoy existen instrumentos muy valiosos y rápidos construidos por especialistas en programación, que pueden indicar el comportamiento de las diferentes variables de planificación estratégica, ya no hay excusa y todo está a la luz pública, los indicadores son elemento de incalculable ayuda cuando se les utiliza con racionalidad y sin suspicacias.
Esta el país a tiempo de ir enmendando la plana y no seguir repitiendo las mismas aberraciones de siempre, para con ello lograr que la gente no pierda la fe en la administración publica y vea que valió la pena lo que se planificó y ejecutó.
La memoria y cuenta debería convertirse en el juez natural que juzgara la acción pública de un administrador o un gobernante, esta es la mejor balanza para medir la eficiencia o ineficiencia en el uso de los dineros públicos y en el impacto de la gestión.
Hubo un gobernador de estado que conminaba a sus directores y gerentes, a firmar un acta en la cual daban fe de que todo lo presentado en la memoria y cuenta de su dirección, era totalmente cierto y sujeta a la revisión del caso.
Esto debería convertirse en norma, para evitar que se siga con la mala costumbre de presentar una "memoria y cuento"