Dudemos de los apotegmas lanzados a las masas proletarias por la mediática literaria de los apologistas del sistema capitalista.
“El crimen no paga” es uno de los refranes más populares vendidos y acuñados por los capitalistas, y, con propiedad, por su personal de confianza al frente de las empresas productoras de plusvalía, por políticos y juristas a su servicio. Lo que realmente no paga es el trabajo prestado en las empresas burguesas.
Independientemente de la plusvalía, ya de por sí secuestrada al trabajador asalariado, unas cuenticas aritméticas nos evidenciarían que el valor de la producción creada por los trabajadores durante su juventud y adultez es mucho mayor que lo que, en condición de niños y jubilados, esos trabajadores ya sacados del juego, deberían recibir y no lo están haciendo, por jugosas que luzcan las prestaciones intermediadas por sindicaleros y políticos inescrupulosos en funciones de gobernantes característicos del Estado “Democrático” Burgués.
Las Prestaciones Sociales para los jubilados son calculadas a base de los salarios ya devengados, y como estos son chucutos, de perogrullo chucutas resultan esas prestaciones.
Las quejas del trabajador, al respecto, han precedido a la obra de Carlos Marx, y hasta han superado el monto de las ganancias mal habidas señalado por este científico como resultado del trabajo asalariado.
Los capitalistas, a través de sus defensores o trabajadores a destajo en esta materia: abogados, literatos, ingenieros en las diferentes especialidades y subespecialidades y técnicos en general; los contables y hasta algunos capitalistas metidos a empresarios antes de despersonalizar sus funciones empresariales, y desde antes de desprenderse de las funciones de mercadeo o de distribución y venta de las mercancías por ellos fabricadas, se han enbosillado todo el excedente productivo de sus asalariados y hasta han tenido el tupé de escamotear y minimizar los salarios y, de pasa palos las prestaciones, a[1] sabiendas que no pagan la jornada íntegra. Su mayor desfachatez ha sido no sólo afirmar que la ganancia procede del mercado, sino que este, en consecuencia, se ha prestado para todo tipo de especulaciones al consumidor amparadas en el libre comercio.
Veamos: Como bebé y luego como niños de primera y segunda fases, con añadidura de su pubertad y adolescencia, toda persona insume grandes cantidades de valores cuando por término medio cubre todas esas edades en condiciones normales con padres y madres responsables y con poder de compra suficiente.
Como jubilado, entonces el ex trabajador requiere servicios varios cuyo valor-comprobado está-no llega ser cubierto por las prestaciones monetarias, ni siquiera cuando el valor de estas sea el ajustado a las leyes correspondientes. Tales leyes son burguesas y a la burguesía también de perogrullo se deben.
Como en la Naturaleza nada falta ni nada sobra, para las generaciones humanas del momento, es de inferirse que la plusvalía monta aproximadamente el valor de los bienes necesarios, término medio, para garantizar la niñez y adolescencia del pretrabajador, sumado al valor de la cesta que necesariamente demandará como jubilado.
La plusvalía no sólo le impide al asalariado cubrir su mejor cesta básica sino que tampoco recibe buena alimentación y demás servicios concomitantes en su infancia, ni en su años de tercera edad.
11/12/2014.11/12/2014 12:02:06 p.m.
[1] Uno de los escamoteo dignos der Ripley, es el de hacerle ver a sus trabajadores que les pagan los días domingo. Véase: http://www.aporrea.org/