En proclama a la División Urdaneta, desde Pamplona (Colombia) el 12 de noviembre de 1814, Simón Bolívar estampó la famosa frase "…para nosotros la patria es América; nuestros enemigos, los españoles; nuestra enseña, la independencia y la libertad". Son doscientos años largos y no hay cese posible para su vigencia, salvo el referente circunstancial.
Los españoles fueron la circunstancia. Expulsados ellos, en cuanto enemigos, de los ámbitos nuestramericanos, la expresión quedó convertida en mandato para todos los tiempos procedente de la autoridad inmortal del Padre Libertador.
La independencia y la libertad son, así, la enseña de todo biennacido entre el Río Bravo y el Cabo de Hornos, y el proceso histórico desde entonces acaecido permite distinguir nítidamente entre quienes han honrado el mandato y quienes se enlodaron traicionándolo.
Venía de antecedentes ilustres, desde luego; el bravío aborigen cuya encarnación mayor en tierra venezolana es Guaicaipuro, sembró la semilla de la resistencia contra invasores y depredadores e inauguró un espíritu de lucha que trenzando sangres y banderas, llegó hasta las cumbres de Carabobo y Ayacucho y desde allí nos define y compromete.
Se enlodaron las oligarquías, que han vestido las libreas de los lacayos ante el nuevo imperio cruel e insaciable y servido de verdugos frente a los pueblos en la infame tarea de exprimirles su fuerza de trabajo y arrebatarles sus recursos naturales.
Quienes han enfrentado y enfrentan hoy a ese imperio son las y los honradores del mandato, y Venezuela tiene el honor de volver a señalar el rumbo como hace doscientos años.
Gracias glorioso pueblo nuestro, gracias Hugo Chávez, huracán revolucionario, bolivariano total, comandante sin muerte.
