Los “3 Reyes Magos” no han podido insuflar suficiente paz a los oprimidos diz que americanos desde hace sus buenos 500 años, luego de que la nobleza lusoespañola y sus aliados la perturbaron.
Sólo de iletrados, de adulones, tartufos y de trabajadores alienados es seguir creyendo que alguna vez a lo largo de ese medio milenio hayamos tenido paz plena alguna en la sociedad venezolana, por ejemplo, luego de la llegada del nefasto Cristóbal Colón y de otros colegas suyos en su condición de invasores.
Por cierto que a ese personaje de las machacadas “3 carabelas”, de naturaleza servil y contraindependentista, a quien como excelente navegante de marras, trabajó sólo al servicios de imperialistas, españoles y lusitanos, a este personaje, decimos, uno de los biógrafos de Alejandro Humboldt[1] tuvo el tupé o cometió una de las más vergonzosas adulancias como cronista e historiador, si así puede llamársele, cuando lo equiparó con Simón Bolívar, el Libertador, y con el mismo Humboldt[2], otro personaje sospechoso de espionaje hacia Francia y demás países europeos de tradición conquistadora o avasalladora, según ya lo hemos denunciado para bien de la Historia Nueva y veraz que estamos escribiendo. Hablamos de uno de los traductores de la obra humboldtiana, de apellido Röhl.
Con la pisada de la pata insolente de Colón llegó el infierno y se acabó la paz para las sociedades originales de estas regiones “americanas”.
A los pocos años de sus aplastamientos sociales, del exterminio y emplazamiento casi total de los nativos precolombinos, de sus masacres impunes cometidas contra pueblos enteros, de la degollina y descuartizamiento de los caciques y de todo aquel que se les atravesaba en sus sangrientos caminos de conquista y saqueo, luego, decimos, vinieron los encomenderos, suerte de virreyezuelos a quienes, no conformes con el sometimiento de los indígenas, se les dotó de gente costeña africana, a quienes los holandeses, los belgas, los ingleses, los portugueses y españoles cazaban y/o traficaban para la compraventa de esclavos.
Dotar a esos encomenderos de suficiente mano de obra esclava, una categoría de trabajadores ya decadente en ese decrépito y rancio viejo mundo de la rancia Europa Occidental, terminó borrando toda posibilidad de paz social para los trabajadores de estas tierras.
Hoy, con la pérdida definitiva del Poder Político por parte de los herederos del mantuanato colonial, la derecha como tal conjuntamente con sus colaboradores alienados conocidos como “escuálidos” ahora dejó de tener paz, ellos quienes consciente e inconscientemente sienten tanto odio hacia la izquierda como si fueran los afectados como mantuanos, cuando que jamás han pasado de ser su servidumbre, ayer como domésticos, y hoy como personal de confianza económica y electoral en sus empresas burguesas fabriles y mercantiles.
La paz no podrá lograse con las guarimbas, pero la derecha no quiere paz; tampoco con acaparamientos y encarecimiento inducido del costo de la vida, pero la derecha no quiere paz para nadie porque ella ya la perdió como clase burguesa y proburguesa, sino guerra para complacer a su amos del Norte, a sus apetitos de mantuanos rezagados y frustrados. Por esto afirmamos que la paz es clasista y en consecuencia ahora ella se desplazó hacia la izquierda y reina en los ex marginados de hoy, ayer marginados e intranquilos porque en esas condiciones de pobres y miserables jamás la conocieron, salvo tolerar la paz ajena, la de sus patronos y amos.
23/12/2014 07:54:22 p.m.
[1] Curiosamente, todos los estudios registrados por Humboldt fueron realizados bajo el régimen realista colonial; la independencia de este país estaba muy lejos de alcanzarse. Inferimos que tales investigaciones debieron contar con el aval y hasta patrocinio de la Corona. Después de alcanzada la Independencia, podríamos decirlo, todos los imperios de la Europa occidental han caído como moscas en nuestros territorios y no precisamente para convalidar esa Independencia, sino todo lo contrario, tal como lo podemos seguir observando cuando EE UU, Inglaterra, Francia y otros aliados imperiales suyos no terminan por reconocernos por ahora como país soberano. Seguimos con una derecha desplazada del poder político pero con poder económico y con su carga de alienaciones clasistas que le impiden tal reconocimiento.
[2] Humboldt conoce a Bolívar en París a comienzos del siglo XIX cuando este se hallaba en viaje de placer y/o de estudios que su pertenencia al mantuanato colonial le permitía. Humboldt no trató con pobres y menos con esclavos.