En el crucial momento en que al camarada presidente Nicolás Maduro le tocó la difícil situación de ponerse las botas del libertador del siglo veintiuno; le oímos decir: “Yo no soy Chávez, soy solo un hijo de Chávez; pero todos juntos si lo somos”
Eso estuvo bien en un momento en que el dolor era enorme, la pérdida era inmensa y cualquier comparación se sentiría como profanación; eso estuvo bien para convocar a la unidad desde la igualdad; eso estuvo bien para confirmarnos lo que el comandante mismo nos había dicho: todos somos Chávez.
“Yo no soy Chávez, hablando estrictamente de la inteligencia, del carisma, de la fuerza histórica, de la capacidad de conducción, del mando, de la grandeza espiritual. Una cosa es que soy chavista y vivo y muero por él y otra cosa es que alguien pueda aspirar que Nicolás Maduro sea Chávez” dijo el presidente Maduro, alguna vez; “Todos juntos somos Chávez, por separado no somos nada, y podemos perderlo todo” aseguró también en su momento.
Pero los tiempos han cambiado y estamos seguros de que el bisoño presidente Maduro que se estrenó en el máximo cargo de la patria de Bolívar en el año 2013, no puede ser el mismo presidente Maduro de 2015, mucho ha pasado desde que asumió la presidencia; mucho ha pasado desde que empezó a andar al lado del gigante y mucho de su ingenio debe tener para saber que el peligro de la pérdida total no es una ilusión.
La guerra económica es dura y es real, la guerra de desinformación es implacable, la corrupción de los apátridas infiltrados dentro del aparato del estado hace tanto o más daño que la oposición visible; el pueblo chavista esta como a la espera de la reacción del líder; en este momento tan difícil por la juventud del proceso no necesitamos un presidente (eso vendrá luego) en este momento necesitamos un líder.
Maduro en este momento debe ser Chávez o moriremos en el intento; Maduro en esta coyuntura debe ser Chávez, tiene que serlo o el riego de que el comandante supremo haya arado en el mar nos sumirá en un siglo más de desesperanza y miseria.
Qué bueno sería escuchar a Maduro desde el balcón del pueblo gritar: Venezolanos que me oiiis!!! Yo soy Chávez Carajooo!!!! Se acabó la pendejera la quejadera y la lloradera.
Qué bueno sería oírlo sacar a patadas con pito en la mano a los que dentro del gobierno están acabando con el legado del comandante; que bueno sería oírlo poner en su sitio a los productores que no quieren producir y que son unos parásitos de los dólares de la patria.
Qué bueno sería que Maduro se arrechara de tal forma que dijera: se acabó la vaina carajoo; Yo soy Chávez y aquí mando Yo!!!
El pueblo ya demostró que no puede ser Chávez sino tiene un líder que lo guie. Si todos somos Chávez pero no recibimos la guía superior, el esfuerzo se diluye en millones de luchas individuales y el enemigo lo sabe y lo aprovecha.
El enemigo del pueblo, el enemigo de la revolución está logrando el descontento entre los seguidores del chavismo que ven al gobierno incapaz de organizar la pea para que se acaben las colas; el enemigo del pueblo el enemigo de la revolución está logrando el descontento de sus propios seguidores quienes aseguran que las colas son por culpa del gobierno y no una estrategia de sus propios líderes; el enemigo del pueblo, el enemigo de la revolución está logrando su propósito.
No hay tiempo pal manguareo, ni para las palabras bonitas, ni para las promesas de un futuro bonito; es momento de enfrentar con palabras crudas y acciones radicales el problema, es momento de que Nicolás Maduro se convenza de que o él es Chávez o esto se lo lleva el demonio y en sus manos se perderá la oportunidad de ser libres, por ahora.
El pueblo chavista está esperando un movimiento sísmico, un sacudón que nos haga salir del letargo que permite que nos calemos las colas y el bochinche; el pueblo chavista necesita que Chávez hable de nuevo y ordene de nuevo.
En manos del presidente Nicolás Maduro esta la salvación de la patria; solo una orden suya después de hacernos ver que él si es Chávez, bastará para que todo vuelva a su cauce. La historia patria lo puso en el sitio de los elegidos y sólo su propio convencimiento de lo glorioso que le depara la historia desde el sitio donde está logrará que cumpla con su destino.
Nuestro destino es ser libres, Chávez no se equivocó, hay vestigios de Chávez en Maduro y la fuerza del pueblo chavista está con él; solo que si él mismo no lo reconoce así, nadie podrá salvarnos de la hecatombe.
Solo un Nicolás Maduro transformado en Chávez, unificará al chavismo de nuevo y pondrá a temblar al acaparador, al manipulador, al bachaquero, al mediocre que está haciendo colas para comprar acaparar y revender; al infame que está vendiendo el cupo electrónico (compra los 300 dólar a 12 bs, unos 3.600bs y lo vende mínimo a 120, unos 34.000bs), al delincuente que esta raspando la tarjeta en el exterior dándole la peor de las famas el ciudadano venezolano en el mundo; al asesino que convoca a guarimbas degolladoras y pare de contar.
Nicolás Maduro debe convencerse de que él no puede ser un presidente, no necesitamos uno (por ahora) Nicolás Maduro debe dejarse de tonterías y reconocer que él es Chávez, solo desde ese sitial logrará rescatar la revolución y revitalizarla.
Y así podríamos gritar con fuerza: Chávez Vive!!!