Cuando el marcador de precios en "dólares paralelos"-no suministrados por Cencoex-lo hace con mercancías de alta demanda nacional, indirectamente está marcando los demás productos con inclusión de los de fabricación nacional; se trata de una suerte de efecto dominó que cruza toda la cadena de mercancías; lo que resulta curioso es que si el precio del petróleo cae a menos de la mitad de su precio anterior, este bajón no se refleja en los costes energéticos de producción, sino que, por el contrario, a menos dólares por barril más alzas en el precio del dólar paralelo.
Recadi, CADIVI y ahora Cencoex, todos esas instituciones burocráticas, distribuidoras de la Renta Petrolera en un país que todavía se mantiene muy dependiente de importaciones varias comprables y pagaderas en dólares para satisfacer las necesidades nacionales, según los perversos hábitos de consumo que la propia e interesada burguesía imperial le impuso al venezolano desde hace muchas décadas, esas distribuidoras de divisas, decimos, han favorecido insistentemente a la burguesía, a pesar de que las dos últimas pertenecen al gobierno actual bolivariano y antimperialista, es decir antiburguesas, socialistas y chavistas. Decimos: en lugar de ser distribuidoras de petrodólares, se han convertido en facilitadoras de los mismos a esa burguesía que sigue siendo rentista parasitaria, en lugar de capitalista.
Efectivamente, acabamos de proponer que Cencoex se deje de pendejadas ya obsoletas y venda nuestros dólares bien caros a todo aquel comprador que los requiera para seguir con sus negocios tanto fabriles como comerciales en estricta dependencia y colusión con los capitalistas del Norte americano.
Cencoex debe venderles al mismo precio que ellos marcan en el llamado mercado paralelo, dólar cuya paridad, según chismes comerciales, ronda ya los Bs. 180. Porque lo que es igual, no es trampa.
Sobre esa base, el importador recargaría su 30% por concepto de ganancia máxima sobre el capital invertido y usado cada año.
Como hay productos importados que pertenecen a la cesta popular, llamada básica, a medicinas, libros de texto, y a otros imprescindibles para la mayoría de los consumidores, entonces el Estado establecería directamente el subsidio correspondiente, luego de que el importador fije los precios de venta de sus importaciones.
Así, por ejemplo: para un dólar paralelo de Bs.F. = 100, y un dólar de Bs. 6,30, tenemos un subsidio aprox. = 93,7%.
Así, para cada dólar paralelo, el Estado le reconocería Bs.F. 93,7 que le sería satisfecho al importador según las ventas debidamente comprobadas y realizadas.
El Estado, de esa manera, no sólo subsidiaría directamente al consumidor, sino que estaría garantizándose que los dólares subsidiados realmente entrarían de vuelta al país transformados en bienes diversos y que ciertamente estos habrían llegado a la mesa del consumidor, además de que estos importadores deberán tener suficiente capital para financiarse sus propias y privadas importaciones, porque lo que hasta ahora ha venido haciendo Recadi, Cadivi y por ahora Cencoex es financiarles buena parte del capital necesario para la cobertura de la importaciones del caso. Más pendejas no han podido ser esas distribuidoras de la renta petrolera, razón por la cual podríamos llamarlas "facilitadoras de la RP".