Nos da tranquilidad oír al presidente Nicolás Maduro y a otros líderes revolucionarios como Diosdado Cabello caracterizar la agresión contra Venezuela como una “guerra no convencional”.
Es un salto cualitativo en el análisis, que supera el claustro económico y permite visualizar acciones y soluciones desde otra perspectiva, con la “cabeza fría” y plena conciencia de que se trata de una guerra que ataca a toda la sociedad venezolana.
El imperialismo y sus lacayos ¿venezolanos? -como lo ha expresado el presidente Maduro- han definido su operación como “colapso total”.
Una de las características de esa guerra de baja intensidad o “IV generación” es el ataque por “fuerzas de operaciones especiales” mimetizados en la población; ya el diputado Diosdado Cabello en su programa Con el mazo dando, por VTV, lo denunciaba: han contratado a colombianos para realizar operaciones psicológicas y sembrar el caos en la población que se encuentra en los centros de ventas de alimentos.
El terrorismo es parte de la guerra de IV generación, por ello debe redoblarse la vigilancia en los servicios de electricidad, transporte, Pdvsa, etc.
Pero las armas más poderosas de la guerra de IV generación son los medios de comunicación -y redes sociales- con los que influyen en la percepción y en la opinión pública nacional e internacional.
Se trata de una guerra no declarada contra Venezuela, y el Gobierno, el Estado, deben ejercer todo su poder y legitimidad para desarmar (revocar y expropiar medios) a las fuerzas hostiles que atacan a la Patria.
¡Son acciones de legítima defensa!