Pisemos tierra comercial. El gobierno nacional ha volcado ingentes sumas de renta sobre la población venezolana. Lo ha hecho directamente cancelando pensiones a trabajadores y no trabajadores, a las amas de casa; a los jubilados y pensionados del seguro social les ha venido pagando con disciplina militar con mejoras frecuentes anuales de hasta 3 (tres) incrementos para algunos años.
Digamos que la inflación normal e inducida ha sido potenciada desde el punto de vista monetarista, con una evidente oferta constante y hasta mermada con la estrategia del acaparamiento, la ralentización de las máquinas, la eliminación de cajas en los expendios, etc.
Si los precios han subido por alzas salariales y desajuste en la producción respecto a la nueva demanda de quienes antes de Chávez simplemente eran insolventes, es lógico, monetaristamente hablando, que a mayores ingresos salariales con una velocidad constante de la circulación, mayor demanda que, ante una oferta tiesa, tales mejoras salariales estén potenciando la inflación que se quiere frenar con cada fecha de cobro de esas rentas.
Es hora de que el gobierno tome medidas monetaristas frenadoras de las alzas de precios continuadas y, más bien, provoque o induzca bajones en los precios por carencia de circulante. La idea es que el gobierno reprograme la frecuencia del pago de las rentas sociales convenidas, inclusive para los pagos de nóminas del personal burocrático en general.
Como gran y mayor empleador que es el Estado, este tiene en su poder el control de los precios porque a menor rotación anual de pagos al trabajador y jubilado, menos viajes al mercado, menos colas al año, menos estrés popular, cosas así. Por ejemplo: de no cancelar las pensiones ni las jubilaciones mensualmente; podría probar haciéndolas con pago bimensuales.
