Pobre Teodoro

Hay quienes inocentemente piensan que Teodoro Petkoff ha dado un ?salto de
talanquera? con su oposición a Chávez. Lo cierto es que el Teodoro que hoy
se muestra aliado de los adecos y que unos años atrás, actuando como
representante de Fedecámaras, entregó a los patronos las prestaciones
sociales de los trabajadores venezolanos, es el Teodoro de siempre.
Cierto es que militó en la guerrilla venezolana, lo que para algunos
significa que fue un revolucionario, o al menos un hombre de izquierda.
Nada más lejos de la realidad.
Quienes vivimos esas luchas recordamos a hombres que se jugaron sus vidas
porque creían en una patria digna, libre y socialista; pero al mismo
tiempo recordamos a los cientos de traidores, infiltrados, sapos y
delincuentes que buscaron su beneficio particular? ubique usted a Teodoro
en la categoría que quiera.

Ese Teodoro que hoy se define como militante de una izquierda que tiene
innumerables puntos de coincidencia con la política norteamericana y a la
que le parece populismo que se envíe médicos a los barrios, se de comida
en las escuelas y se elimine el analfabetismo; no tiene mayores
diferencias con aquel de cuya inconsecuencia se aprovechó Rafael Caldera
para abofetear el movimiento revolucionario venezolano.
Primero lo exhibió por todo el país como ejemplo de que los guerrilleros
venezolanos estaban desesperados por rendirse, y un poco más tarde, como
la mejor demostración de que un cargo de ministro es una buena medicina
contra las ideas de libertad y justicia social.

Teodoro es el mejor exponente que hay en Venezuela de esa ?izquierda? que
él no menciona en su libro y que fue construida por y para servir a la
oligarquía de siempre. Al mismo tiempo que se privatizaba la patria, se
entronizaba la corrupción y se asesinaba al pueblo en Cantaura, Amparo,
Yumare y Caracas; algunos dirigentes de izquierda debatían en el congreso,
se presentaban en los medios, bautizaban libros, y se podían dar el lujo
hasta de ?chapear? a un humilde policía.
El sistema les cedía algunos espacios para generar la idea de que se vivía
en democracia y se aceptaba la disidencia. Paso a paso los absorbía y les
brindaba privilegios que tarde o temprano saldrían a defender contra esa
?chusma que aspira a igualdad de derechos?

Teodoro es hijo de esa estrategia, por ello cuando la Cuarta República
comenzó a hacer aguas lo llamó para que oxigenara un gobierno corrupto,
represivo y entreguista con su imagen de hombre de izquierda. ¿Qué mejor
forma de promover un paquete económico inflacionario, devaluador,
privatizador y antiobrero, que con el apoyo de un ministro con imagen de
socialista?
?Estamos mal, pero vamos bien? repetía Teodoro para pedirle calma y
confianza a un pueblo al que apuñalaba traicioneramente.

Hoy, cuando Venezuela avanza hacia la construcción de un nuevo socialismo
y desecha las tesis neoliberales, la oligarquía criolla desempolva a
Teodoro y lo muestra como una opción de izquierda.
Ya no es el asesino del Tren del Encanto, ni el comunista que comía niños;
ahora Teodoro representa ?la verdadera izquierda venezolana?.
Lamentablemente para Teodoro y sus amos, ya este pueblo no se impresiona
con poses de guerrilleros devaluados, ni cree en izquierdistas respaldados
por Acción Democrática y Copei, y mucho menos en neoliberales disfrazados
de socialistas con el apoyo de Cisneros, Ravel y Marcel.
Garantizada tienen la derrota, participen o no en las elecciones, porque
nadie los salvará de que les metamos diez millones por el Bushe.


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Alexis Arellano


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