Las pocas palabras en inglés que conocí de niño, eran aquellas que pronunciaban los gringos que tripulaban los barcos que con frecuencia llegaban a Puerto Sucre. Ellos decían algo así como “guasamara” que uno repetía asignándole cualquier significado.
-¿Cómo estás de “guasamara”? Podía decir alguno de los amigos para averiguar cómo andaba de bolsillo.
-¡Coño, anoche en el Paralelo 38, se formó una guasamara que hasta los policías salieron corriendo y Bernarda cayó con una guasamara!
-¡Comán! Le decía uno a algún compañero con quien jugaba a la película, mientras le apuntaba con el dedo índice o un simulacro de pistola de madera y eso significaba “manos a arriba”.
Porque también en las películas que llamábamos de vaqueros e indios, donde según ellas contaban, los indios se mantenían jodiéndole la vida a “los muchachos”, que no eran otros que los conquistadores ingleses, como luego supimos hasta el día de hoy. Sólo que cuando entendimos la verdad verdadera, no dejábamos de ver esas películas, pues no había otra cosa que ver en el celuloide, sino que aprendimos a interpretarlas al revés. Las” barbaridades” que en la filmación hacían los indios, los atropellos, nosotros se las atribuíamos a los “vaqueros”. Supimos pues que las tierras eran de los indios y los “vaqueros”, cowboy o muchachos, como solíamos llamarles, vivían atropellando a los dueños de las tierras para quitárselas y no al revés. Era un ejercicio poético si se quiere para sacarle alguna partida al medio o real que pagábamos por ver aquellas crueles necedades. Además, uno iba allí, para ser sinceros, más por encontrarse “con la carajito de uno”, que por otra vaina.
Entonces, escuchando a aquellos tripulantes casi siempre borrachos, que las más de las veces pronunciaban palabras soeces y por demás vulgares como luego supimos y viendo aquellas películas que contaban la vida al contrario de cómo ésta era y había sido, fijamos algunas palabras inglesas, que antes del entrar al bachillerato. Aunque aquí, si es verdad que no aprendimos nada.
Aprendimos jugando a la pelota, palabra que más usábamos que béisbol, algunas que no sé por qué nunca quisimos traducir, quizás nos gustaba el sonido. Una de esas, es la palabra “tubey”; esa que permite alcanzar dos bases y que no sé, no es mentira, si en inglés se escribe así o fueron vainas nuestras. Además, es como la picaresca caribeña, llegar más allá de donde no debería estar permitido.
Como aquí, hasta hace poco, nadie hablaba de dólares, ni le interesaba ese asunto del cambio, salvo aquel fugaz período del 4,30, “tá barata y dame dos”, cuando comencé a escuchar que había una página que todos al escribir llamaban “Dollar today”, por eso así la escribo, sin saber si es de esa manera que más que anunciar, fijaba la relación entre ambas monedas, la gringa y la nuestra, llegué a pensar que era del Banco Central por la actitud casi reverencial que la gente asumía ante lo que esa página anunciaba.
-¡No señor!, decía el comerciante, eso vale hoy esa cantidad porque esta mañana “dollar today”, fijó la paridad en tanto. ¡Santa palabra!
Como no soy economista y por ñángara, limpio e´ bola, hijo casi de un manglar, sin beca para irme a Paris, Praga o Moscú a estudiar con esas becas que otorgaban a muchos militantes revolucionarios que uno no sabe dónde andan habíendose ido tantos, no me gradué tampoco en la UCV, terminé siendo un ignorante en casi todo, sobre todo en esos trucos de la economía.
Por eso me sorprendí cuando me dijeron que “Dollar to day”, no era lo que creía sino que es lo que todo el mundo siempre había sabido menos yo.
Viendo desde tiempo atrás, al grupo económico del gobierno, hablo de los tiempos de Chávez, donde Giordani y Merentes eran figuras preclaras, luchar contra el llamado dólar paralelo del cual sí sabía, sobre todo porque le venden, según dicen, en el mercado negro, llegué a la conclusión que algo había que no permitía que aquellos altos funcionarios del gobierno lograsen lo que ellos llamaron “quebrarle la muñeca al dólar paralelo”. Aunque lo de negro tampoco entiendo el sentido porque no hay oscuridad, salvo maldad y mala intención, pero luz eléctrica por montón, donde los venden y es raro el negro que en ese negocio domine en Venezuela.
Ahora mismo, el gobierno ha anunciado su política cambiaria de la cual no voy a decir mucho porque nada sé y además está más enredada que un plato de espagueti.
Lo único que creo haber entendido es que el gobierno metió un tubey. El tubey da derecho a dos bases. La cosa es pues de dos. Al tratar de entender la política cambiaria, vemos que ahora el gobierno venderá sus dólares al mismo, casi el mismo, precio que lo venía haciendo el mercado paralelo. De donde uno concluye que “Dólar today” y su mercado paralelo, no le torció la muñeca al gobierno, porque éste ahora recibirá más bolívares por sus pocos dólares; los empresarios seguirán comprándolo como antes lo hacían- y hay que ver cómo lo hacían y seguirán haciéndolo- y entre ellos quedarán conformes. Pero el gobierno tampoco le torció la muñeca al dólar paralelo, al parecer como que llegaron a un empate y el empate es a dos; como un tubey.
Porque la oferta del gobierno tampoco pudiera ser mucha cuando apenas ofrece al público en las casas de cambio 300 dólares para un montón de gente “ariota”. Con lo que a las colas por cuanta cosa venden ahora se agregarán las de las casas de cambio para agarrar aunque sea fallo.
De dónde, el dólar paralelo pudiera, digo yo, que nada sé de economía, venderle más caro a quienes en esas casas de cambio no hallarán, aunque hagan colas de tres días con sus noches, y esta última cifra seguirá siendo la que marque “Dollar today”.
Entonces el tubey es que “Dollar today”, seguirá promocionando su dólar paralelo, por encima de la subasta oficial, que es como chucuta, y en ésta, los dólares estarán rondando por allí. Es decir, nos dieron un tubey, si nos salvamos de los precios del chingo, nos vende más caro todavía el sin nariz. ¿No será que nos metieron medio chuzo? Siendo medio, es la mitad de un tubey. Pero en el lenguaje popular es más de la mitad, porque un chuzo es grandote.
Si no entendieron nada no se preocupen. No me preocupo, nada entendí, pues ya dije que nada sé de economía.