Chávez le torció el brazo a la publicidad comercial

Las empresas burguesas establecidas en Venezuela y las nuevas con más razón necesitaban de la publicidad comercial para incentivar la demanda y el consecuente consumo y uso de sus mercancías.

La demanda nacional estuvo siempre acotada de tal manera que la competencia de mercado era la única forma de repartírsela entre aquellos comerciantes y fabricante que más invertían en la fulana publicidad y mercadotecnia.

Los medios escritos, radiales y televisivos se convirtieron en otras tantas empresas burguesa especializadas en la publicidad comercial que no sólo cubría las necesidades de sus contratistas en función de bienes de consumos masivo, sino también de aquellas mercancías que siempre han respondido al sifrinismo del cliente burgués animado por frivolidades y ese consumismo burguesoideo que tanto caracterizó a la llamada clase media venezolana.

Cuando el Presidente Chávez inaugura el insólito e inédito empoderamiento económico de unos 6MM de venezolanos conformados por los tradicionalmente marginados o demandantes insolventes, se inicia un bajón irreversible de la necesidad de auxilios publicitarios para estímulo de unas mercancías que de partida jamás habían figurado en las despensas de ese cúmulo nuevo de demandantes solventes.

Por inercia, el negocio de la publicidad siguió su curso, pero su necesidad empezó declinar en la medida que esos nuevos demandantes solventes se fueron convirtiendo en clientes asiduos, en aquellos pensionados o auxiliados que hacían largas colas en los bancos para cobrar aquellas ayudas que provocaron una suerte de navidades intranuales cada dos o tres meses.

Los diarios de mayor circulación y con pesadas listas de publicidad empezaron a ver mermados sus clientes porque desde entonces las mercancías no lo lograban venderse por esa publicidad, sino porque los 6MM de nuevos clientes tenían ya motor propio, o sea, el poder adquisitivo que Chávez les puso en sus bolsillos.

Por eso decimos hoy, al ver las escuálidas páginas de todos esos diarios, las escasas cuñas comerciales de la TV y radios privados y la obvia decadencia de ingresos de algunos medios escritos, el más reciente de ellos es el diario El Carabobeño que se ve obligado a reducir el tamaño de sus páginas para ganar en volumen con sus nuevo tabloide, decimos, que un ligero muestreo en sus pocas páginas nos revela que la publicidad comercial en Venezuela tiene el brazo torcido.



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Manuel C. Martínez


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