Se habla mucho de capitalismo en lugar de imperialismo, a pesar de que desde hace más de casi 100 años sabemos que el imperialismo es la fase última del capitalismo, algo así como el anciano es la fase última de toda persona.
En los pueblos pioneros y europeos, el capitalismo entra en esa fase para, según los bien fundamentados análisis del ruso Lenin, convertirse en otra forma de vida, otro tipo de producción.
Durante el imperialismo ya la ecuación económica que expresa esa fase final del capitalismo no es:
D-M…P…M’-D’; ahora es la siguiente:
D-M…Guerra…Botines…P…M’-D’.
Durante el ejercicio de las primeras fases capitalistas nos hallamos con:
M-D-M’, y D-M…P…M’-D’, hasta entonces, el capitalismo alimenta una parte del proletariado y hasta hace ricos a una minoría de ellos, pero durante el Imperialismo la producción burguesa se dedica al extermino de quienes se opongan a ser exterminados.
En esta fase, la acumulación es máximamente concentrada en las llamadas “transnacionales”, mientras los capitalistas medianos y menores se convierten en simples trasegadores de la plusvalías de sus empresas hacia las industrias altamente desarrolladas[1]. Esto va a explicar cómo sólo un grupúsculo de burgueses son los dueños del capital financiero mundial[2] y así deciden a quienes dar créditos voluntarios o a la fuerza, o sea, el imperialismo no pertenece ya al capitalismo porque este siempre se mantuvo al alcance de quienes con cierto pequeño capital se sumaban a la explotación de asalariados. Estos subsisten, pero sin poder alguno sobre qué vender, ni qué producir.
Como la naturaleza del sistema capitalista es extraer plusvalía hecha medios de producción, sobrantes invendibles como mercancías de consumo final que pasan y deben pasar necesariamente a nuevas capitalizaciones que requieren mercados más amplios, entonces, así, la salida termina siendo la conquista belicosa de nuevos mercados, nuevos países que se convertirían en suministradores de materias primas, mano de obra barata y consumidores de una porción de las ingentes producciones de mercancías básicas y sobre todo belicosas que cada año tienden a crecer y crecer sin salida hacia las mayorías de los países ni a los proletarios del mundo, los desempleados, porque sencillamente, sólo los gobiernos y proletarios solventes van al mercado.
Podemos decir que el imperialismo es la consecuencia de gigantescos excedentes de mercancías convertidas en medios de producción de nuevas mercancías que seguirían convirtiéndose ahora en armas para la conquista de aquellos mercados, de aquellos países. Se tranca la producción de bienes sin salida y se refuerza la producción de armas de todo tipo, v con lo cual sigue obteniéndose plusvalía con la producción de unas mercancías que no van a alimentar a los pueblos, sino a matarlos, a desaparecerlos. Tal es el imperialismo que al final engendra el capitalismo siempre bajo el control de la burguesía.
01/03/2015 12:12:03 p.m.
[1] Véase PRAXIS de El CAPITAL de Manuel C. Martínez M.
[2] Léase Fondo Monetario Internacional, por ejemplo.