Somos Chávez y seguiremos siendo Chávez. A dos años de siembra, sin tu presencia física, aquí seguimos recorriendo el camino que nos señalaste. Ni la más rancia ultraderecha ni la guerra económica más cruel podrán alejarnos de ti, porque nos enseñaste bien. Ese Por Ahora del 4F (hoy un Para Siempre) cambió al mundo, ¿lo sabías? Ni tus detractores más afanados pueden borrar esa huella gigante de la humanización de los habitantes de la tierra. Eso de la mirada amorosa es tuyo y solamente tuyo.
Quiero que sepas que tal como nos lo pediste ese 8 de diciembre, aquella noche de temprana despedida, estamos rodilla en tierra con tu hijo Nicolás Maduro. Un Presidente Chavista y Obrero que deja su vida sin miedo alguno para defender tu legado. Ha tenido que superar grandes obstáculos, porque luego de tu partida de este mundo de mortales, los señores dueños del capital, esos que tanto te temían, trataron de hacer de las suyas. Pero se quedaron con las ganas. Con la valentía digna de una Patria de Libertadores, nuestro hermano Nicolás ha dado la cara y ha enfrentado las grandes amenazas con su mano de hierro que no tiembla ante nadie, ni siquiera ante el decadente imperio del Norte.
Te recordamos a cada instante, hacemos de tu lección transparente e incansable una bandera para salir airosos de las miserias humanas que tanto nos acechan. Y es así de grande lo que te temen nuestros enemigos, que incluso se han tratado de esconder bajo tu nombre para confundirnos. Pobres ilusos. Si supieras lo que hiciste (y sigues haciendo) por el mundo. Desde cada rincón, por muy lejano que parezca, te rinden tributo. Hay calles y plazas y avenidas con tu nombre. Escuelas y hospitales. Casas culturales, exposiciones, canciones, libros y documentales. Cualquier herramienta es buena para mantenerte vivo en nuestra memoria colectiva que jamás será la misma. Esa sonrisa tuya presente en cada momento, con tu palabra certera, con tu tino y tu carisma. Porque te hiciste único e irrepetible el día que tomaste la profunda decisión de hacer Patria, de enseñarnos a nosotros a construir la Patria.
Te convertiste en el Libertador del siglo XXI. Tal como quisiste, seguiste la senda marcada por Simón Bolívar. Hiciste de los países de América Latina una Nuestramérica invencible. Han tratado de golpear políticamente a Cristina, a Evo, a Rafael, a Daniel, y hasta a Raúl y al propio Fidel. A tus militantes del amor por los pueblos en franca vía de liberación. Pero que va, los intentos de la canalla con sus garras afiladas han sido en vano. Nada ni nadie nos podrá separar jamás.
Descansa tranquilo en ese buen chinchorro de la eternidad, viendo hacia tu amado llano, cantando las canciones de Cristóbal, tomando tu cafecito en taza de peltre. Respira profundo esos aires de soberanía, esos mismos que a nosotros nos envuelven antes de salir cada mañana a concretar nuestro proyecto de un Mundo Nuevo y posible sólo en Revolución.
Por supuesto que te extrañamos. Esa ausencia tuya es el golpe más duro que pudo habernos dado aquella cosa tan ingrata que llamamos vida. Pero cuando escuchamos tu voz es el clarín que suena, que nos llama a la batalla, que nos invita a seguir en pie de lucha. Porque gracias a ti aprendimos que tenemos voz propia, que somos protagonistas y no simples espectadores de la historia. Porque tu voz, tu mirada, tu sonrisa, tu abrazo inmenso se convirtieron en nuestra mejor trinchera.
Somos Chávez y siempre lo seremos, es imposible seguir por un camino distinto si te hiciste inmenso y eterno, brújula y mapa, gigante de gigantes.
Son dos años ya de nuestra despedida Comandante Amigo, Presidente Patria, Padre Camarada. Y con ese doble pasar de los absurdos almanaques, seguimos encontrando el secreto para hacer de nuestra vida un lugar mejor: el amor, siempre el amor.
Una enfermedad implacable pudo con tu cuerpo, pero ni los más cruentos batallones podrán con tu alma, con tu recuerdo, contigo, con nosotros que somos tus hijas e hijos.
Tu querida María Leona sigue dando la pelea. Esa mujer saca la fuerza de sus entrañas para hacer justicia. Igual Cilia y Diosdado. Adán y Wilmar. Tania, Blanca, Darío y su grito libertario. Nancy y Maripili. Tareck y Jorge. Y ni hablar de Rosa Virgina y María Gabriela, hoy y siempre nuestras hermanas, en quienes te vemos en cada gesto y en cada mirada.
Por eso te dije que nos enseñaste bien y por eso algunos malintencionados hablan de un fulano “chavismo sin Chávez”. No hablan de siembra sino de muerte. No hablan de Comandante sino de ex presidente. Te mencionan en pasado y no en presente. Te dicen “el fallecido”, como si fuera tan fácil empequeñecerte.
Tratan de usar el poder de la palabra para hacerte camuflaje. Creen que somos tan ingenuos como para caer en esa triste trampa. Pero no, por cada día que pasa nuestra claridad es más plena, más luna llena, más aguacero, más Patria Querida.
Así que descansa tranquilo. Te ganaste ese paréntesis de cien años. Esos cien años del poema de Neruda. Luego volverás, un siglo después, para decirnos pa’lante siempre, para despertarnos con tu llamado. Porque seguimos atentos y atentas a esa verdad tan tuya e irrefutable: Los que quieran Patria que vengan con Chávez.
Y sé que por eso tu cuerpo se hizo eternidad, porque eras (y eres y serás) demasiada humanidad.
Aquí te esperamos, entonces, defendiendo tu camino, tu legado, tu lección, tu mirada amorosa, tu voz y tu canto, tu abrazo inmenso, tu paso infinito, tu valentía absoluta.
Vuelve. Volverás. Sé que volverás porque lates en mí, en millones de hombres y mujeres que a cada paso te encuentran. Aquí te esperamos, amado gigante, con la paciencia del lado correcto de la historia, que es justo el lugar donde nos dejaste.