Sacar la gente a la calle era pues una forma de parar un golpe que se daba sólo con militares. Ahora la derecha venezolana saca gente a guarimbear, si no para dar un golpe, porque le falta mucho del bando militar y bastante del pueblo, por lo menos a intentar una "Salida", que se cambió ahora, desde hace dos o tres meses para acá, por una "Transición". Aquí los militares de los cuarteles no tendrían el mando verdadero, por lo menos en el plan, sino actuarían como incitados por los hechos, las ofertas y lisonjas de una embajada o por el temor a las fuerzas de la OTAN; ni más ni menos serían unos "invitados de piedra" a la mesa de los tres golpes. De donde uno en verdad no sabe a ciencia cierta, si los opositores son unos fracasados o deslumbrantes creativos. Digo esto, porque habiendo tanto real de por medio, han abundado planes viejos que fracasaron y los nuevos como que tampoco cuajan. En Cumaná, en estos casos, en mi tiempo, se solía decir, "Sabrá Dios y canta Lucho".
De manera que el "guarimbeo" está asociado al intento de golpe; se trata también de provocar a las fuerzas del gobierno, sacarlas de sus cabales para ver si se desbordan y si no viene el golpe, crean una situación propicia para "invitar" nos invadan, porque el gobierno "es forajido". Porque si algo no ha cambiado, es que los gringos de alguna manera o estilo, siempre están en medio y al frente de todo golpe que se precie de tal. Es más, ellos siempre tienen en su carta como primer plato "el golpe", contra cualquier gobierne que no se les arrodille. O lo que es lo mismo, de los tres golpes del día, el primero es el "golpe de Estado", el segundo y el tercero. ¡Es conclusión histórica elemental! ¡Quién no quiera o no sea capaz de ver, allá él!
No obstante, sigue siendo pertinente la vieja manera de parar cualquier golpe, cuando sea preciso, sacar la gente que respalda la institucionalidad a la calle, que de paso es la mayoría, para dejar constancia de la soberanía. El lenguaje habitual de los viejos combatientes acostumbraba a decir, "hay que mantener las masas en movimiento". Eso implica, tomar por adelantado los espacios y dejar establecido la disposición del poder popular de no dejarse arrebatar sus derechos. Aunque también significa poner a la gente en actitud creativa , productiva, apoderarse de los procesos y determinar dirección, rumbo y ritmo.
Veamos ahora los síntomas de golpe. Antes, en Caracas, en los tiempos de "Celestino, el Mocho, Ledezma", una especie de radar, según hacía creer a quienes le consultaban, para detectar golpes o alzamientos militares en los inicios de la década del sesenta, era como un aviso de golpe, que se formasen intensas colas de automóviles en calles donde eso no era habitual y que la gente acudiese presurosa a los abastos; esos fenómenos los producían las llamadas "bolas", o chismes, que corrían ente "bembe" y oreja. Ahora no. Esas colas, las propician mafias, informadas de antemano de lo que llegará a cada abasto. Pero no por temor a un golpe militar y lo que eso implica, sino para "bachaquear" o la nueva manía o paranoia de comprar por demás innecesariamente o también porque, por culpa de varios factores, como lo anteriormente dicho, algunos productos desaparecen por tiempo a veces demasiado largo. Por supuesto, la tecnología puesta disposición de todo el mundo, como el celular, mueve más gente que el más carismático líder. ¿En este caso o conducta, cómo entra el golpe? Pues porque quien "bachaquea" o no, de esa manera se asegura los tres golpes del día. Aunque también el provocar las colas forma parte del plan global de hacer "chillar" la economía como se propuso el Departamento de Estado hacer en Chile para tumbar a Allende o, para decirlo al ritmo que venimos entonando, darle un golpe.
Pero entonces observemos, que si antes los rumores de golpes incitaban a las compras nerviosas y las colas, ahora estas dejaron de ser un síntoma. Las intentan convertir en incitadoras o motivadoras de golpes indirectos. Es decir, la cosa se ha volteado. La cola indispone, irrita, violenta. Puede conducir al desorden, el saqueo y el caos. Quienes las propician esperan que ellas, que se hacen para asegurar los tres golpes y otras cosas, conduzcan al gran golpe, el de Estado.
En Venezuela se habló y practicó lo de golpe suave; que inventaron y aplicaron con éxito los gringos en otras partes; como aquella comparsa de "manitas blancas" y otras payasadas. Pero aquí se les trancó el serrucho. La "bolsería" de unos carajitos desfilando de acuerdo a un guion, aquí no pegó o no golpeó. Por eso, decir que estamos en proceso de un golpe suave parece ser inadecuado. ¿Qué de suavidad hay en todo lo que ahora ensayan? En lo que ahora sucede ni siquiera se podría hablar de aquello que el Dr. José Luis Vetencourt llamó violencia pacífica. Porque lo que impera o se aplica, en el intento de darle un golpe al gobierno, es violencia de la bárbara y hasta primitiva.
Lo evidente es que los golpes de antes y los de ahora, parecieran tener en común, aparte de la injerencia gringa, el uso de proclamas, como la reciente denunciada por el presidente Maduro. Si usted la lee y la compara con todas las usadas en intentos de golpes y golpes consolidados, dentro y fuera del país, encontrará los mismos argumentos y hasta palabras. Como si las sacasen de un viejo baúl. Están repletas de lugares comunes. Tan repletas como si ellas, todos los días, mientas estaban archivadas, se hubiesen dado los tres golpes completos.