Esos Mercales y Pedevales tienen como clientes más bachaqueros que amas de casa. Se han convertido en los centros de abastecimiento barato para que el bachaquero compre barato y revenda frente al resto del comercio.
El bachaquero está compitiendo con los demás expendios privados; les compra a los "Pedevales" y Mercales y terminan revendiendo a precios más bajos que los que reinan en la cadena de intermediarios privados debida y formalmente registrados. Es un tremendo negocio que, aunque a pequeña escala de parte del bachaquero, su práctica es muy difícil de detener por muchos captahuellas que pongamos.
Por su parte, los expendios formales están vendiendo ajustados a la ley; ya los casos que sanciona la Superintendencia están constreñidos al acaparamiento que se deriva precisamente de esa marcada diferencia entre el precio de los expendios oficiales y el de los privados. El acaparamiento es causa y efecto de inflación al mismo tiempo.
En Venezuela se ha creado, pues, un mercado de precios bajos y un mercado de precios muy altos y constantemente crecientes; lo hemos visto, lo seguimos viendo.
¿Qué pasa y por qué están formándose estos dos mercados que lo que están haciendo es inducir una hiperinflación? Esto lo preguntamos sin ánimos alarmistas.
Las alzas de precios en los mercados privados no se aguanta, y sus comerciantes siguen insistiendo en nuevas regulaciones alcistas de precios, como si fuera poco. Algo de verdad tiene que asistir a estos empresarios que se han convertido en comerciantes careros.
Debemos hallar una explicación lógica, de fondo, y no atribuirlo todo a la enemistad política entre la derecha y la izquierda venezolanas. Los asuntos económicos suelen responden a realidades objetivas.
Creemos, y así lo venimos planteando desde hace muchos meses, que la raíz de esta inestabilidad en los precios y la carestía que se ha destapado en el mercado cuyos clientes no tienen acceso a los Mercales y "Pedevales" responde a una mala aplicación de la tasa de ganancia.
La tasa de ganancia debe quedar libre de aplicación y lo que debe regular la Ley son los precios de venta. Si estos precios desbordan los ingresos medios de los trabajadores, el gobierno debe fijar los precios, y serán los fabricantes y los mismos y actuales intermediarios quienes a fuerza de competencia técnica, organizativa y lucrativa den cuenta de unos precios asequibles a las mayorías. Al comerciante y al fabricante les interesa vender bastante, el acaparamiento es una simple desviación.
Mientras el gobierno siga admitiendo que cada revendedor aplique 30% de tasa de ganancia estamos y estaremos fritos. Hemos aconsejados que el gobierno sólo permita una tasa de ganancia media, según todo el capital de fábrica
va y de sus distribuidores al por mayor, una tasa media que satisfaga por término medio a los fabricantes y sus intermediarios, pero no puede seguir aceptando como parte del precio de venta un recargo de ese 30% como tasa de ganancia para cada uno de tales comerciantes. Ha sido algo contraproducente.
Si es verdad que la oferta y la demanda no pueden asumir toda la estabilidad y el equilibrio entre consumidores y productores e intermediarios, también lo es que la tasa general máxima permitida no puede regir para cada uno de los productores y distribuidores involucrtados en el negocio. Recordemos que el Presidente Chávez solía preguntarse: ¿cómo es que un "Pedeval" vende sin inflación, y el comerciante privado sí lo hace?, salvedad hecha del subsidio otorgado.