El equilibrio en la Naturaleza es una variante de su desorden permanente, según versiones de los Físicos neguentrópicos.
En ese orden de ideas, la de una economía establemente equilibrada es sólo una abstracción, una tendencia innata del régimen burgués capitalista. Se lograría equilibrios para luego desequilibrarlos; se estabilizaría la economía para luego desestabilizarla, y así sucesivamente, porque, de alguna manera, todo desequilibrio es transitorio, y toda inestabilidad tiende a su estabilización.
Ya para comienzos del siglo XIX, Venezuela era una economía equilibrada y estable, algo así como quieta sin desajustes por parte de sus trabajadores ni de sus comerciantes y hacendados de entonces. Hasta que apareció el petróleo por concesión y el desequilibrio y la inestabilidad insurgieron en nuestros escenarios sociales: saltos sociales, nuevos ricos, creación del asalariado como forma predominante en el empleo de mano de obra, etc.
Desde entonces y durante todo el siglo XX la economía nacional se mantuvo estrangulada pero equilibrada a punta de la marginación del grueso de la población trabajadora. Las tasas de ganancia estabilizaban una economía que no dependía ya de labores fabriles ni agrícolas, sino del quantum de dólares petroleros y minerales. Las subas y bajas del Ingreso Nacional iban aparejadas con depresiones y recuperaciones interanuales.
Los gobernantes antinacionalistas y antipatrióticos, y los trabajadores afines a los gobiernos absorbidos por su desconciencia patria de turno, optaron por usar sus mejores ingresos en banalidades de variopintas formas, se metieron a turistas internacionales sin conocer a sus propios pueblos y territorios.
La mayoría de los proletarios que pasaron por la Universidad gratuita abandonaron sus barrios de procedencia y decidieron ir a olerle los gases a la rancia mantuanidad provinciana,en las recientes urbanizaciones sólo para traidores, vendepatria y descendientes de mantuanos y realistas de otrora.
Como sabemos, los empresarios venezolanos del siglo pasado optaron por vivir del Presupuestos Nacional para lo cual montaron parapetos industriales financiados por el Estado[1], y este se convertía en el principal consumidor de sus pocas mercancías de hechura nacional.
Abundaron las condonaciones de deudas, y a eso se redujo el tal industrialismo nacional de inspiración keynesiana.
Para agrandar este estrecho mercado lograron que Rafael Caldera lanzara la perversa Ley contra la movilidad de todas las fichas partidistas empleadas en la Administración Pública de entonces y que tanto ha deteriorado la calidad científica de nuestras universidades.
Estos funcionarios públicos, de pésima calidad técnica y profesional, hoy siguen atrincherados allí haciendo oposición y disfrutando de todas las ventajas económicas que hoy brinda este socialismo del SXXI, pero propiciando guarimbas y desprestigiando al gobierno actual.
El parasitismo reinó y la economía no creció mientras la población se hambreaba y amontonaba en cerros, quebradas y ranchos a granel. Detrás de paredes de calles lujosamente adornadas con publicidad se hallaban tugurios y habitáculos de mala muerte en pleno centro de Caracas, Bello Monte, etc.
El buhonerismo apareció y con ello la economía informal arrancó, tal como ya lo había hecho en países como la deprimida Argentina, como en los tiempos de la depresión de posguerra yanqui. Estos informales atrajeron clientela por la baratura de sus precios, a riesgo de comprarles chatarra y artículos adulterados o chimbos.
Limosneros sin licencia, niños de la calle, mendicante y prostitución callejera formaron parte de los paisajes citadinos en verano y en invierno.
Shows anuales sobre concursos de bellezas cosméticas, siembra de ilusionismos de modernidad, cosas así; la economía dejaba de crecer y la demanda insolvente absorbía el déficit productivo; así todo cuadraba estadísticamente, se equilibraba y se estabilizaba, por lo menos en lo económico.
Hoy, en Venezuela, el caso ha cambiado radicalmente y la población de informales ha crecido sin límite alguno.
Seguimos sin un registro nacional de estos comerciantes; se los desaloja por un lado y reaparecen luego por otro o donde mismo.
Es que hoy la demanda económica solvente no puede ser cubierta por el viejo empresariado abiertamente cuadrado con golpes de Estado y operaciones desestabilizadoras no sólo en lo económico, sino en lo social.
Este sector empresarial parasitario ha sido el gran divisor social de todos los tiempos, y hoy ha tratado de mil maneras de conducir al país a una guerra civil.
Durante el Golpe de 2002, estuvo a punto de lograrlo, pero su cobardía les bloqueó toda iniciativa luego de llegar a Miraflores, porque el pueblo desarmado los desafió y ellos se limitaron a esconderse, a huir y a esperar el perdón de un gobierno magnánimo por excelencia.
Como esa demanda hoy es solvente y sobrepuja en millones a los demandantes del Puntofijismo[2], como los comerciantes de ese Puntofijismo no han movido un dedo para ensanchar su producción y sus ventas, han optado por el camino más elemental y usual para ellos: restringir más aún su poca oferta.
Como la demanda ha crecido y solventado con el auxilio del Estado, y este ha emprendido muchísimas obras de infraestructuras hospitalarias, habitacionales, viales, etc., entonces este es el resultado: aparecen como arroz los buhoneros que hoy están dando cuenta de esa inmensa cuota de demanda no satisfecha por el sector privado y hostil al gobierno, aunque, lamentablemente, carentes de capital, este mismo se los ha estado facilitando el mismo burgués y comerciante parasitario de otrora, con todo el desaguadero de riqueza e inflación que de ello se deriva.
Por eso hoy hay más buhoneros que antes, lo que ha hecho inferir al ignaro, y hasta al profesional cuyo cerebro fue inyectado con patrones del ayer y hoy se halla desarmado, que el desarrollo de la economía informal actual es expresión de depresión económica, cuando es todo lo contrario.
[1] Por esa vía corrompieron decenas de miles de proletarios, profesionales y técnicos, a su vez, quienes conocieron de la Contabilidad Burguesa, toda amañable por excelencia, y hoy se hallan cuadrados alienadamente con los más serviles del vendepatriotismo nacional. Se hicieron expertos en lo que Marx llamó Economía Vulgar.
[2] Se ha estimado en 5MM de nuevos anos que son aseados con papel higiénico por primera vez en su vida porque por primera vez defecan con regularidad saludable, porque ahora comen hasta 4 veces/día.