Unos pocos meses atrás, apenas a medio camino de una crisis económica que ya ahoga. Cuando las medidas económicas y cambiarias del gobierno habíanse amellado y demostrado la imposibilidad de abatir el dólar paralelo y menos contener la inflación. Cuando era evidente que la actividad productiva iba en descenso, la escasez cundía y la especulación se había soltado el moño, el presidente en un momento, pienso yo, de angustia y preocupación, decidido hacer algo porque posiblemente le mostraban cifras y encuestas, que estas también son cifras, convencido que "hechos son amores" y no es suficiente la contemplación platónica, anunció al país con énfasis y voz estentórea, "ya pronto anunciaré un conjunto de medidas mediante las cuales provocaré un sacudón". En esa oportunidad, después de escuchar con atención el discurso del presidente, escribí para aporrea un artículo que titulé "El discurso y el sacudón", el cual puede encontrarse mediante el siguiente link: http://www.aporrea.org/actualidad/a194452.html.
Como podrá comprobarse al leerle, dijimos que el discurso del presidente o mejor las medidas anunciadas, si bien pudieran servir de algo, no era para como anunciarlas con aquel calificativo. Hubo como un exceso verbal y la creación de una expectativa que terminó no siendo satisfecha.
Lo más importante, que por cierto tuvo para Eleazar Díaz Rangel un gran significado, fue la reestructuración del gobierno para la aplicación de medidas que vendrían a abatir la inflación, escasez, acaparamiento o lo que es lo mismo, obtener la victoria en la guerra económica de la que hemos venido hablando. Por nuestra parte, quedamos insatisfechos, porque no vimos en el paquete de medidas nada que justificara hablar de sacudón. Hubo el nombramiento de nuevos ministros, en lo que predominó el ya ritual proceder del enroque y el asignarle a ministros ya agobiados de trabajo y responsabilidad, más despachos. En esto creo, por lo que sé, que no es mucho, que en eso no hay quien nos gane. Tenemos ministerios como sorgo –de verdad ¿tenemos sorgo o tampoco?- y ministros que parecen autobuses de tantos puestos que tienen.
Si hacemos una evaluación del sacudón, suponiendo que la guerra económica es la causa única de nuestros malestares, tendremos que concluir que ese impactante proceder a nada bueno condujo, porque de allá para acá, no sólo se han incrementado los "efectos" de la guerra, sino que pareciera que estuviéramos tirando la toalla. Lo que es más, hemos descubierto como muchos "de los nuestros", como García Plaza y otros de menor nombre, nos jugaban "gallo guindao", pues siguieron cogiéndose los reales amparados en las sombras de la impunidad. Pero para agravar la situación, el fenómeno del bachaqueo se volvió una epidemia o práctica en la cual está envuelta una inmensa población que se encarga de especular al resto sin misericordia alguna. La caída de los precios del petróleo, que cuando el "sacudón" no había apretado con tanta furia, ahora nos ha restado más del cincuenta por ciento del ingreso de divisas; pues como siempre, nuestro empresariado, en buena medida, siempre inconforme y exhibiéndose como salvador, no es capaz de producirle ingresos a la nación sino que medra para que el gobierno les dé dólares preferenciales, no para producir, satisfacer el mercado interno y exportar, sino para desviarlos al mercado paralelo donde harían mejores y rápidos negocios estafando al país.
Estando las cosas como están, ¡y cómo están!, acercándonos a un proceso electoral trascendente, donde se escogerán los miembros de la Asamblea Nacional, suponiendo uno el grado de insatisfacción solo por el nivel inflacionario, cuando el salario de quienes trabajan como se solía decir antes se "ha hecho sal y agua", el presidente sin duda también agobiado, ha optado esta vez por anunciar un "revolcón".
Como nos negamos a perder la fe, esperamos que no sea eso una muestra de cómo el presidente le gusta hablar. Que no resulte una tendencia impropia de usar palabras tremendistas como esa y aquella, para luego terminar dejando el juego como venía. Tiene en sus manos la posibilidad del manejo cambiario, que no necesariamente tiene que ser suspender el control, revisar las políticas económicas que podrían entorpecer el proceso productivo y las relaciones con quienes deben producir, el ajuste del precio de la gasolina que le proporcionaría una buena masa de dinero para equilibrar las finanzas y hasta una revisión del salario de los trabajadores; no del salario mínimo únicamente sino el de todos, incluyendo aquellos que esperan por discusiones contractuales que están muy lejos o por razones burocráticas están paralizadas o no se han iniciado. De paso diré, que no me he limitado a criticar sino que estoy proponiendo, con lo que cual le diré a quienes suelen molestarse por eso, ¿qué le vas a tirar a lo que he dicho?
Medidas como esas y otras que uno no menciona por no pecar de "sabelotodo" y de imprudente, corriendo el riesgo se nos acuse de estar en el papel de esquirol, pudieran de verdad formar parte de un conjunto de anuncios que en verdad configuren un "revolcón". Si no hay medidas de fondo y volvemos a los "rolincitos" de la época del "sacudón", mejor recojamos las palabras. Porque como dije en el artículo cuyo link he puesto arriba para leer en Aporrea, entre el discurso y los hechos debe haber correspondencia.