Viendo algunas imágenes de las redes sociales en Twitter, Instagram y Facebook sobre la vida de algunos políticos y funcionarios tanto del gobierno como de la oposición, que hasta hace poco no tenían ni casa propia o vivían en sitios muy modestos y ahora poseen viviendas con inmensos jardines, vitrinas con una colección de copas de cristal, cocinas con tope de mármol, recuerdo mi participación en un programa de Unión Radio el pasado martes donde un operador del Status Quo me recriminaba públicamente que la propuesta de Auditoria Pública Ciudadana que Marea Socialista levanta como bandera y que pronto tendrá una plataforma de acción concreta, era “una propuesta inútil porque el venezolano común no estaba pendiente de la corrupción” ni de quien se ha llevado nuestras divisas, sino de que le resuelvan sus problemas concretos cotidianos. En virtud, de esas palabras he pensado que hay algunos elementos claves a reflexionar ante la mediocridad de algunos que ostentan o pretenden ostentar el poder.
Desconozco de manera detallada cuanto puede estar ganando el funcionario público que más remuneración percibe en la administración pública actualmente, pero estoy seguro que hoy con un sueldo 30 mil bolívares mensuales nadie puede pagar un alquiler de un inmueble en una zona clase media o acceder a un crédito para comprar una vivienda que está por encima de los 20 millones bolívares en el mejor de los casos. Por el contrario, puedo afirmar que durante el período del Presidente Chávez esto si fue posible.
Incluso, suponiendo que ese funcionario público o político ya tiene resuelto el asunto de la vivienda, con 30 mil bolívares mensuales, contando con que un mercado mensual para 5 personas promedio, echando mano de comprar algunos productos en las redes de distribución del Estado cuando hay, no es menos de 8 mil bolívares mensuales más gastos de servicios para toda la familia de este “funcionario”, que incluye telefonía celular, cable, luz, teléfono, internet, estacionamiento, condominio, seguro del carro, seguro familiar, etc. que puede estar alrededor de los 10 mil bolívares(siendo austero), y si a esto le incluimos gastos por concepto de medicamentos e insumos personales promedio que puede estar alrededor de los 5 mil bolívares mensuales, sin contar que generalmente este funcionario tiene a sus hijos en “buenos” colegios, supongamos que sólo tiene uno y que paga 6 mil bolívares mensuales, y no contemos los gastos escolares adicionales que conlleva este tipo de colegios, ya con eso, sin cenas, contingencias, ropa, recreación, etc., los 30 mil bolívares se esfumaron.
Lo que también sabemos es que un funcionario que tenga una buena remuneración en la administración pública, en su núcleo familiar tendrá a su pareja o alguien de la familia que tenga un sueldo menor que pueda complementar los gastos del núcleo familiar, pero incluso, siendo esto así, por la modesta cuenta que acabo de sacar sin pretender tener rigurosidad científica, simplemente no alcanza para una familia promedio tener un ingreso de 45 mil Bs cuando un pantalón vale lo que corresponde a un sueldo mínimo y una camisa, medio sueldo mínimo. Todo esto indica que hoy en día, son muchos los venezolanos que están haciendo mercado con la tarjeta de crédito.
También es cierto que el venezolano siempre genera vías para “resolver” la quincena, vende, compra, “mata tigres”, etc., pero incluso así, ¿Quién puede hoy viajar todos los fines de semana para Aruba o Curazao por decir lo más cerca?, ¿Quién puede compran un vehículo último modelo de contando?, ¿Quién puede ostentar ropa de marca y renovar repertorio todos los meses?, ¿Quién puede pagar un restaurant dos o tres veces por semana y tomar vino o güisky tres o cuatro veces al mes en una tasca?, ¿Quién puede comprar y mantener “un piso” en Madrid?, por decir lo menos que uno escucha con alguna regularidad en entornos allegados a altos funcionarios y políticos.
Pueden existir casos de casos, una herencia, una venta de algún bien, un negocio montado con esfuerzo y que rinde frutos, es absolutamente válido que sea una fuente de ingreso respetable para algún político o algún funcionario circunstancial, que no vive de su salario, pero ese “nuevorriquismo” que se muestra y que cuando Chávez por lo menos se agradecía el disimulo de algunos, pero que hoy por el contrario se exhibe como parte de las cosas que acompañan el ejercicio de “la alta política”, el exceso y el hedonismo que acompaña la poca discreción de algunos, definitivamente ofende al pueblo que vive de su salario y los pone en esos cargos.
Pero lo peor es que un ser funcional a todo ese aparataje afirme que al pueblo no le importa quién ha abusado de su confianza, quién ha defraudado y estafado a la nación. Pensar que el pueblo es pendejo y que no pasará factura es ignorar porqué los adecos son lo que son hoy, un alma en pena de la política, de espaldas al clamor popular, y pensar que esto podrá durar mucho más sin ser corregido es desconocer porqué Chávez insurge en el espectro político venezolano.
El que quiera hacer política que haga públicas sus cuentas, que no busque privilegios, que viva de su salario, de su trabajo, y que esté dispuesto a ser auditado.
Hoy una Auditoría Pública Ciudadana es totalmente viable, y trae como beneficio a nuestra realidad concreta y vida cotidiana la posibilidad de superar la impunidad ante la corrupción, que pueda ser incautados bienes mal habidos y repatriado algún porcentaje de las divisas fugadas, con lo cual podremos financias parte de las importaciones que hoy hacen falta para que no exista escasez, pero además podrán servir para generar inversión en sectores productivos hoy paralizados que nos garanticen abastecimiento y soberanía.
La Auditoría Pública Ciudadana servirá para que quien pretenda volvernos a robar sepa que si lo hace tendrá que pasar por la justicia popular, y que el pueblo no perdona. Y aunque sabemos que la Auditoría Pública Ciudadana por sí sola no resuelve todos los problemas, lo que si estamos seguros es que ante tanta inacción, este es el mejor inicio para hacer algo por nuestro país.