La polarización entra en crisis. Sin proyecto ni gestión que sea coherente con legados y preceptos, la oposición no es la excepción de la regla. Recientemente leo una nota informativa donde el colega Jothani Medina informa que 20 organizaciones política en Lara crean alianzas paralelas a la MUD ya que a su juicio, la cúpula de la MUD favorece un solo sector de la oposición y asume como "falsos consensos" los convocados por dicha dirección.
Si a esto le sumamos la otra tendencia dentro de la oposición que podríamos denominarla "la de los no alineados", que han orbitado permanentemente fuera de la cúpula; incorporamos además a los autodefinidos "independientes" que aunque con posiciones claramente adversas al proceso revolucionario no son antichavistas y no niegan las bondades de algunas de la políticas revolucionarias; e incluimos a los extremistas que hoy convocan a abstenerse producto de su postura crítica ante "la complacencia de la cúpula de la oposición con el gobierno" y por adversar cualquier reconocimiento al Poder Electoral, no sólo podemos ver que "la unidad" de La Mesa, no sólo es un nombre, sino un eufemismo.
Esto implica hoy, que la única manera de que la oposición no se fragmente es que el Consejo Nacional Electoral no reconozca las nuevas organizaciones políticas que de un lado y el otro, nacen para configurar un nuevo mapa político electoral tanto nacional como en las regiones.
Recientemente la empresas de análisis político Delphos anticipaba la posibilidad de que una fuerza política alterna pudiese hoy canalizar sólo al arrancar el 15% del electorado, arrebatando de la oposición un % importante que pondría en riesgo no sólo la creencia de ser el único receptáculo del "voto castigo", sino la posibilidad que no obtuviera la mayoría que hoy pretende tener, y que por parte del chavismo consiguiera ser la expresión de su descontento con la conducción del Presidente Maduro.
Las concepciones monolíticas y excluyentes de la polarización podrían tambalear si se profundiza la conciencia de clase en el venezolano, y se termina de entender que el problema es entre quienes roban y no viven de su trabajo, versus la gente honesta que vive de su trabajo y lo desea hacer de manera digna. La organización política que logre una despolarización partidista y ubique el asunto en un debate de conciencia de clases, abrirá un camino sin retorno a una nueva etapa de la historia de la revolución venezolana.