Hemos propuesto la eliminación del subsidio indirecto del que hasta ahora se encargan por sí o por personas interpuestas los mismos importadores y demás receptores de dólares baratos que, en su mayoría, sólo los han usado para combatir este proceso, sin que el Estado termine de admitir y pesar el triste papelucho de pendejo que ha venido escenificando. En su beneficio, inferimos que parte del gobierno no lee aporrea.org, o sus anillos de seguridad se lo impiden. Hemos propuesto crear flotillas de distribución de alimentos y demás artículos de la cesta básica a fin de abastecer a los usuarios casa por casa, parroquia por parroquia, municipio por municipio, estado por estado.
Porque sólo la competencia acabaría con estos intermediarios que sólo están, si a ver vamos (caso de los bachaqueros y coleros), realizando operaciones lícitas de compraventa permisadas por la propia Constitución. Sus violaciones como comerciantes sólo se reducen a la especulación y a la prohibición de vender mercancías subsidiadas fuera del país para cuyas sanciones sólo hace falta la adecuación de los protocoles fiscales a la nueva situación. Recordemos que nuestras leyes penales fueron diseñadas por los mismos posibles o potenciales infractores, algo semejante a que los ladrones hubieran hechos o sugerido sus propios castigos.
Recordemos, asimismo, que la ley de la oferta y la demanda es inviolable, como lo es la propia Constitución de nuestra república. Las leyes del Derecho Positivo de este Estado y el de los Estados anteriores, esclavista y feudal, se derivaron de la Economía, y no lo contrario; esta una verdad difícil e entender y de digerir.
Hemos propuesto el tiraje de una muralla a lo chino a lo largo de las fronteras problemáticas e involucradas en este proceso inflacionario.
Miremos el contrabando de extracción como una modalidad de acaparamiento para escasear la oferta doméstica disponible para uso doméstico, sólo así comprenderemos la causa de los inflados precios que están devorando todos los salarios por altos que los fije y ajuste el gobierno.
Paradójicamente, a mayores sueldos y salarios, más ganancias para los acaparadores y sus derivados; a más centros y de mayores envergaduras de abastecimientos oficiales, más bachaqueros y más coleros.
Por ahora, los almacenadores y acaparadores, inducidos por los grandes abastos oficiales, como los Pedevales, bicentenarios, etc., se han venido saliendo con la suya.
Así, las pérdidas sufridas por los comisos son simples cargos contables o de costo que no han logrado anular las inmensas ganancias y sobreganancias que los comerciantes formales e informales están cumulando en esta fase transicional del modo burgués al nuevo modo socialista, en esta suerte de río revuelto. Es más, esas pérdidas, al traducirse en sobrecostos en la contabilidad del acaparador, merman las ganancias que servirían para el pechaje del ISLR. Por supuesto, cuando una persona acumule dinero, tendrá que justificar su procedencia, según el vigente Código de Comercio y Finanzas.
Los centros de abastecimiento improvisados por el Estado, hasta ahora no han cubierto las expectativas, ni las necesidades funcionales que requiere el consumidor final a fin de evitar, frenar y quebrar el fenómeno de un alza de precios que por ahora no pueden detenerla las leyes positivas, ni los esmerados y fogosos Ministros que hasta ahora le han puesto camiones y autobuses de ganas y trabajo para su combate.
Hay o se ha desatado una especie de fiebre de especulación ante la cual las leyes establecidas contra ella se hallan desfasadas porque fueron elaboradas para beneficio del modo burgués, y están pendientes de ser reelaboradas en concordancia con la nueva realidad nacional y con/para el novísimo modo socialista de vida, de transición.