He leído con mucha atención algunas declaraciones, sobre todo una de ellas, donde se afirma algo que muchos compartimos y hasta hemos dicho, según lo cual el tal socialismo del siglo XXI en Venezuela, si en verdad todavía le buscamos, al parecer cada día se nos pone más lejos. Digo esto sin entrar a discutir si ese socialismo es posible, es una emanación manualística de alguien, porque a esta altura de mi vida, lo haya dicho o no Marx, he comprendido que hacer de esta sociedad una mejor, más equilibrada, justa y sustentable, no es posible formulando un modelo, para conducir embelesados o a los cimborriazos, a quienes deben construir la nueva sociedad y actúen obedeciendo ciegamente sus parámetros; porque ese proceder y aspiración mesiánica, no sueño, es una contradicción con la vida misma y la esencia de lo humano. Pero uno no entiende lo de modelo en unas formulaciones generales, cual un mapa de ruta que no hace precisiones porque desconoce las particularidades del terreno, que sólo intentan marcar un punto de partida, una referencia como para no dejar las cosas en el aire y no ata al humano tanto como para que no sea capaz de moverse en el terreno por sus sentidos, hasta los sofisticados instrumentos de los cuales disponga y en última instancia por los instintos que en alguna circunstancias para algo sirven.
Como tampoco creemos que el socialismo consista sólo en una forma generosa de distribuir sin que medie el trabajo de los participantes del beneficio que se reparte. Ese sólo recibir no genera compromisos del beneficiado con el colectivo y la obligación de contribuir para que la riqueza o recursos a repartir fluyan, surjan del esfuerzo individual y colectivo y con ello una nueva cultura en favor del trabajo y la solidaridad.
En verdad no sé si fue Heinz Dietrich, quien primero habló del socialismo del siglo XXI y posiblemente construyó su maqueta, aunque eso es intrascendente. No obstante, es cierto que si somos quisquillosos y jorungamos bien, hasta el propio Marx al hablar de socialismo sentó sus bases y tenía que hacerlo porque hacía proposición que, para ser aceptada, debía volverla tangible en alguna manera. Sólo que no dejó los mapas, estudios topográficos y las claves para abrir las más encriptadas señales. Al no hacerlo, por sentido dialéctico, dejó al humano la libertad de usar sus grandes facultades y sobre todo, la de agruparse para construir entre todos lo que será para todos. Creo que aquí es donde está el gran secreto. No podía jugar al azar con circunstancias como espacio y tiempo, por sólo nombrar dos.
No parece manualístico por ejemplo, observando el cuadro mundial, lo que incluye a China, Vietnam, decir que construir el socialismo pareciera ser más difícil y complicado que lo que hemos soñado y lo que muchos creen. Sobre todo sabiendo que muchos piensan que es sólo un asunto de voluntad de quien o quienes gobiernan, lo que sin que lo perciban, mientras piensan, vuelven la vista a su viejo manual. Como tampoco lo parece pensar que sea asunto de un solo país, una isla, rodeada de tiburones o "alacranes", como dijera el general Müller Rojas, refiriéndose a otras circunstancias.
Entonces no se puede estar por un modelo porque ellos no atrapan la realidad o como dijese alguna vez Ludovico Silva, el modelo sólo es una fotografía, un instante de la realidad, por lo que tampoco es pertinente estarlo a capa y espada con otro.
Porque es insólito despotricar contra prácticas como la venezolana de ahora, la iniciada por Chávez, continuada por Maduro, por lo menos porque los allegados a éste digan, sino porque el actual presidente, como aquél, sigue poniendo énfasis en "el pago de la deuda social acumulada" como una vía hacia el socialismo, mientras se admite como socialista a sociedades o formaciones socioeconómicas que se quedaron atrapadas en un capitalismo de Estado improductivo, aun habiéndose definido como socialistas, del mismo modo que lo hizo Chávez y ahora buscan con ansiedad se fortalezca la inversión de capital extranjero ya existente y promocionar lo que en ellas suelen llamar el "cuentrapropismo", que no es más que incentivar la proliferación de la pequeña propiedad privada y de relaciones capitalistas, lo que si no es malo y desechable, no puede ser la forma de competencia contra la inversión extranjera y la sustitución del capitalismo de Estado.
Como es insólito también, poner en duda pese a un gran esfuerzo de imaginación y disimulo el aporte de Chávez y el esfuerzo de Maduro, mientras a quienes dirigen en aquellas sociedades atoradas, estancadas que buscan el camino hacia un estadio superior, no "en la profundización del socialismo", como gusta decir a Toby Valderrama, la salvación o el arranque, sino en lo que le es más ajeno. ¿Cómo se puede tomar como modelo para construir el socialismo uno que no arranca y espera que el enemigo le destranque, mientras se rompe lanzas contra otro modelo? ¿Cómo soñar que las relaciones con el capitalismo neoliberal y revanchista producirán un importante y positivo efecto en una sociedad que pretenda construir el socialismo? ¿Acaso no hay en eso serios peligros, tanto o más que vivir bajo la idea "si te he visto no te conozco? ¿No es suficiente aspirar que simplemente se suspendan las medidas que aprisionan y dificultan las salidas al mundo? ¡Capitalismo promoviendo o fortaleciendo el socialismo en parte alguna no es más que un sueño extravagante! Pero abundan críticos que eso no perciben o, en verdad, si lo hacen, les parece imprudente señalarlo.
Pero es extraño, que quien o quienes despotrican contra los modelos, en este caso del siglo XXI, el cual no se ha materializado, lo que podemos comprobar al comparar lo que dice la Constitución y el Plan de la Patria con lo que acontece a diario, se manifiestan de manera explícita por otros modelos. Lo que pareciera ser más que una posición fundamentada en el razonamiento dialéctico, en diferencias derivadas de sentimientos en veces difíciles de intelectualizar por la pesada carga emotiva.
Para el crítico, o quien pretenda serlo con pertinencia, no pueden haber dogmas, iglesias y mesías por encima de la realidad del movimiento, de la verdad y contundencia de los hechos.
El marxismo leninismo, definición adoptada por muchos partidos y gobiernos a quienes se les tiene como revolucionarios aún en la óptica de nuestro tiempo, conlleva un modelo de partido y sociedad. Siendo un modelo que muchos, de una manera u otra, hasta por omisión, asumen. No voy a sorprender a nadie diciendo que AD, desde sus inicios, asumió algo del leninismo, cuando definió a su partido practicante del "centralismo democrático".
Esta figura termina ahogando todo principio democrático, cuando le otorga a la dirección, al cogollo, la capacidad y el derecho de decidir en "última instancia" por el todo. En función de él, el grupo dirigente de los partidos, como en las sociedades representativas, aquellas de la IV república, de la cual la Quinta no se ha alejado mucho, termina decidiendo sobre demasiadas cosas, incluso sobre aquellas que no le corresponden. Nunca se sabe ni se ha sabido, donde terminan autoridad y competencia del órgano que disfruta de ejercer el centralismo democrático. Cada quien y en cada oportunidad mueve los linderos como aquellos hermanos Mondragón, Onza, Tigre y León de Doña Bárbara, movían los del hato El Miedo, hacia dentro de las tierras de Altamira, de Santos Luzardo.
Por eso, es inapropiado volver sobre aquella valedera crítica hecha al presidente Chávez, relativo al "hiperliderazgo", llamándola ahora estilo "napoleónico", como si eso fuese sólo rasgo de los revolucionarios bolivarianos y especialmente atribuible sólo a Chávez. Esa crítica sería valedera y hasta digna que uno la asuma si se hace con la visión, alcance que merece. Pues de lo contrario, uno que en principio la percibe con pertinencia, empieza a sospechar que está cargada de subjetivismo, por no decir de resentimientos.
Pero el asunto se complica más, cuando el crítico enfrenta a Maduro, usando en su apoyo, simulado o no, modelos políticos o de liderazgo, que el propio Maduro no disimula en asumir o por lo menos respaldar y convalidar.