Para los grupos dominantes de la Colonia significó un hecho terrible y escandaloso que las clases subordinadas (pardos, blancos de orilla y negros esclavizados) ahora —luego de proclamada la independencia de Venezuela y derrotada la primera República— pudieran ejercer el poder, comportándose como sus iguales y trastocando el orden «natural» de las cosas. Algo con lo que no contaron al momento de adherirse al movimiento independentista y a los ideales de igualdad, fraternidad y libertad que copiaran de la Revolución Francesa, algunos sin mucho entusiasmo de su parte y otros con un febril fanatismo.
Esto último lo resalta Caracciolo Parra Pérez, en su obra Historia de la primera República de Venezuela, al decir: «De la casta de los criollos saldrán los aristócratas revolucionarios, pero no todas las gentes de ella (la Colonia) abrazarán las ideas nuevas, porque la dominación de los mantuanos se temía por quienes no lo eran». Esto hará que el grueso de la población de entonces, los pardos, terminen enlistándose en las tropas realistas, dando rienda suelta a sus ansias de justicia social.
Para el bando realista había llegado el momento de saldar viejas cuentas con los mantuanos, acostumbrados como estaban éstos a imponer sus prerrogativas aristocráticas, justificadas por ser descendientes directos de los primeros aventureros españoles que conquistaron a sangre y fuego el actual territorio venezolano, y a ejercer, por cierto, su dominio de un modo totalmente despótico.
Por eso sus representantes, tanto los ubicados del lado de la Revolución independentista como también aquellos que aspiraban a la restauración del régimen colonial, coinciden en el temor que les inspiran las gentes que conforman el ejército que sigue a José Tomás Boves, convertido en caudillo popular; acicateados por sus deseos de justicia y de igualación sociales, negados en la práctica, mas no en el discurso, por las nuevas autoridades republicanas que reemplazan la antigua Capitanía General de Venezuela.
Ello obliga a muchos a abandonar sus hogares en busca de salvación ante el avance implacable de quienes fueran víctimas de su explotación y odio de clase. Incluso El Libertador Simón Bolívar llega a plantearle al régimen monárquico de la Gran Bretaña el auxilio para evitar que se repitan en Venezuela, al igual que en las posesiones coloniales inglesas en el mar Caribe, los mismos sucesos que en Haití al obtener su independencia y formar el primer gobierno revolucionario con ex esclavizados. Existían, entonces, intereses comunes en contra de la rebelión popular que se había desencadenado en territorio venezolano tras los acontecimientos de 1811, la cual —finalmente— habría de acabar con las estructuras sobre las que se mantenía el sistema colonial, aunque mucho de su ideología sería perpetuado por los nuevos representantes de los sectores desplazados por la guerra.-