Abstracción hecha de las abismales brechas abiertas entre las pagas de algunos trabajadores y las de otros, si algo diferencia e iguala contradictoriamente a las masas proletarias asalariadas es que sus salarios las diferencian como trabajadores en la fábrica y también como personas fuera de ella.
La primera diferenciación salarial se explica por razones meramente técnicas, de acuerdo a un sistema burgués de organización del trabajo según las fases en que por decenas suele dividirse el equipo trabajo asalariado de cara al logro de un máxima rendimiento medio. Pareciera que mientras más particionado o dividido se halla cada tipo de trabajo y en cada una de esas divisiones operan varios o muchos trabajadores, entonces, los rendimientos se disparan debido a que el simple paso de una fase a otra, si se realiza por un mismo obrero, retarda dichos rendimientos. En esta diferenciación es muy experto el personal de Ingeniaría metido en asuntos económicos a los que identifica con los problemas técnicos.
El error de estos especialistas se reduce a que ellos asimilan el trabajo humano al trabajo de las maquinarias[1].
Esa diferenciación técnica que distingue el trabajo de un especialista como de calidad superior al de otros trabajadores en materia de rendimientos, si bien resulta admisible técnicamente, da origen a la perversa diferenciación entre las personas proletarias halladas ya fuera de los centros de trabajo.
Es que, efectivamente, si una persona gana X bolívares es tratado fuera de la empresa como si fuera una persona que sirve y vale esa cantidad, y que, en consecuencia, es inferior a otros asalariados que ganen más dentro de las fábricas.
He ahí la gran explicación del proletario escuálido y la alta proclividad hacia los valores de solidaridad, humanidad y convivencia que caracteriza al salariado de menores ingresos, menos desigualizado entre sí.
También se explica así cómo la sola palabra de igualdad ciudadana resulta tan chocante para el escuálido y errónea al mismo tiempo porque él es y será incapaz de entender y admitir que las diferencias técnicas y salariales no son el factor que deba tomarse en cuenta para disfrutar de una sociedad de iguales.
La igualdad manejada en Política es una asunto extrafabril, extracomercial, extratécnico y, en consecuencia, hay empresarios explotados por otros porque aquellos obtienen más ganancias, acumulan más capital y terminan hasta adueñándose de grandes consorcios capitalistas donde unos empresarios obtienen ganancias para ser trasegadas en buena parte a sus explotadores, a pesar de que estos sean personas judicialmente en entredicho, y socialmente despreciables por sus actividades morbosas, su producción, por ejemplo, de armas belicosas, de transacciones financieras, tales, que se traduzcan en miserias populares para los pueblos prestatarios. Ahí tenemos ahorita el caso heleno.
[1] Véase Solano Peña Guzmán, La Economía y sus Fundamentos Sociológicos. Este autor trata asuntos estrictamente técnicos pero afirma que está escribiendo sobre Economía; no en balde gozó de aprecio como apologista del capitalismo. No es ni siquiera un economista vulgar o desviado hacia asuntos utilitarios o técnicos; es que es Ingeniero a secas.