Recuperemos el instinto

Nunca creí la mentira de la creación del mundo en siete días. La Biblia no pudo explicar de una manera tan banal y necia algo tan complejo como es el sistema solar el cual tiene una data de 4.500 millones de años. Tampoco acepté el embuste del arca de Noé. Cómo imaginarse un dinosaurio con un peso de 23 toneladas junto con su consorte dentro de una nave sin los adelantos tecnológicos de hoy en día. ¿De dónde iba a sacar el viejo Noé un oso polar y su señora, al igual que un par de pingüinos en aquellas tierras desérticas y calurosas?

Como me referí a los dinosaurios debo aclarar que, según mi tío Google y su esposa Wikipedia, los dinosaurios vivieron en la época mesozoica durante casi 250 millones de años. Quizás por eso en muchos lugares del planeta siempre aparecen los restos óseos de una chuleta de brontosaurio o de cualquier otro saurio que pastaron en un mundo de solaz durante millones de años. La permanencia de estos gigantescos herbívoros se debió, seguramente, al instinto de conservación de la especie el cual impidió destruirse entre si. No se sabe a ciencia cierta el motivo de la desaparición de estos lagartos gigantescos. Si hubiesen estado gobernando los adecos o los copeyanos para esa época de seguro de ellos sería la responsabilidad de su exterminio. Por fortuna estos depredadores no existían, tampoco los avaros capitalistas, dado que si se conociera de su presencia, indudablemente que más de una lata fósil de carne del tiranosaurio rex se exhibiría en algún museo de EEUU.

Como los animales prehistóricos ignoraban la diferencia de clases tenían para escoger, por esto se ayuntaron disímiles especies para dar origen a nuevas, percibidas hoy como mamíferos. Así, de este modo, en la primera época del mesozoico aparecieron los primeros marsupiales y mamíferos placentarios. Esto sucedió hace 180 millones de años; así fue como emergieron diferentes ramas evolutivas de las especies que, todavía en este siglo, se alimentan de la teta de la madre durante su niñez.

No cabe duda, los mamíferos fueron evolucionados a partir de una especie y por eso los felinos actuales tienen la misma característica del viejo diente de sable de la época del cenozoico; de eso hace 65 millones de años. De la misma manera, el elefante asiático y africano son herederos del mamut que vivió hace 4,8 millones de años y desapareció hace 3.500 años. Ciertamente, muchas de estos géneros fueron transmutándose hasta evolucionar hacia otros. Por esta razón en la actualidad conocemos el tigre, el león, la pantera, el lince, el gato y a otros animales, herederos de los prehistóricos saurios como los caimanes, cocodrilos, lagartos y tortugas, preservadas consecuencia del perfeccionamiento del instinto de conservación.

No es fácil seguir las costumbres históricas, sociales y gastronómicas de un tigre, de un gorila, de una pantera, de un caimán, de una ballena y de tantas especies que conviven con nosotros en el planeta. Como se sabe, ninguno de estos sabe hablar ni escribir. Pero de algo estoy seguro: un tigre se alimenta de manera similar a como lo hacía sus tatarabuelos desde hace cientos y miles de años. Esta misma apreciación la tengo de los otros animales a los cuales los humanos le endilgamos el remoquete de "inteligencia inferior" que, como vemos, subsisten en la Tierra desde hace millones de años. Lamentablemente, muchos están desapareciendo, no por enfrentamientos mortales entre estos, sino por la acción destructora del hombre.

Afirman los sabiondos del tema que el hombre apareció en el holoceno hace unos 10.000 mil años, un insignificante soplo geológico. Como se ve, estos individuos (llamados también "gente") no son producto de la creación de una mano divina sino de la lenta, progresiva y continua evolución de las especies. La naturaleza tardó millones de años para que de un par de homínidos apasionados, por allá en Etiopía, sugiera el conocido "homo sapiens" (hombre sabio; ¡soberana equivocación!) que caminará erguido y en un futuro muy lejano se convirtió en el único animal que masca chicle.

Si todo se lo hubiésemos dejado a la sabia naturaleza seguramente el hombre habría evolucionado hacia algo mejor. Lamentablemente cuando apareció el humano parlante en su cabeza afloró algo llamado "idea" que con el tiempo se transformó en razón. Aquí fue como se jodió la vida en globo. La razón prosperó y mandó para el carajo el instinto que tenía más de 200 millones años de perfeccionamiento.

Cuando el hombre comenzó a razonar empezó a matar a mansalva para alcanzar el poder, inventó la caza, no solo para alimentarse sino para comercializar la carne y las pieles de los animales. Al despuntar las doctrinas políticas y religiosas la razón dejó de ser particular y se convirtió en colectiva: era obligatorio que la gente creyera en el dios impuesto por la monarquía, era imperativo adorar al rey por ser un enviado de dios, al siervo le informaron que su razón era la servidumbre, al esclavo que debía razonar como esclavo y la conciencia de los súbditos debía ser monárquica.

A medida que avanzaba el mundo los instintos fueron relegados por la razón, pero una vez que se abandonó la razón monárquica se avanzó hacia la razón burguesa y la razón comercial se fue consolidando cada vez más. Comenzaron las ventas masificadas de productos alimenticios con una gran dosis de preservativos, colorantes y todo aquello que pudiera ser atractivo a la vista pero nocivo para la salud. Así fue como el hombre fue inventando comistrajos dañinos, simplemente para que los burgueses y en el futuro los capitalistas se hicieran más ricos y la población, más pobre y más enferma.

Con el tiempo los comerciantes inventaron las comidas procesadas y la mayoría de la gente abandonó la forma tradicional y atávica de comer para ingerir gaseosas, jugos embotellados, comidas enlatadas, golosinas, engullir una cantidad de productos que no estaban incluidos en la dieta de sus ancestros. Inventaron que los niños después de destetados necesitaban leche, no de la madre, sino de otra especie. Emergió la obesidad infantil. Los comerciantes se ingeniaron para informarle a los adultos que ellos requerían leche, queso, hamburguesa, vino, güisqui, ron y cerveza elaborados por los productores ignorantes del funcionamiento del organismo, para luego ser comercializados por otros vagabundos que no tenían ni puta idea de lo que es el proceso digestivo. Aparecieron extrañas enfermedades.

Pero el más execrable invento del "hombre sabio" fue la guerra. No existe entre los "animales inferiores" algunas especies que emprendan una guerra; en la faustos de la historia zoológica no se conoce una manada de tigres acabando con un rebaño completo de cebras. Ciertamente, el hombre evolucionó hasta llegar a la razón, para luego prosperar de la razón comercial hacia la razón asesina. Indudablemente, para muchos individuos la única manera de resolver los conflictos es mediante la guerra.

En la actualidad existe la razón capitalista que es la razón de la guerra, del consumismo, de la contaminación ambiental, del egoísmo, de la indiferencia ante los problemas sus semejantes, la razón del dinero, del poder para enriquecerse, de la indolencia, del racismo… Cualquier otra razón que no sea la del capitalismo depredador está condenada a ser aplastada por la maquinaria mercantilista que no entiende de otras razones.

El hombre, tal como se le conoce, erguido y mascachicle, no tiene sino diez mil años, nada comparable con los cientos de millones de una tortuga o un caimán. Hasta las aves son capaces de limpiar su nido y no lo destruyen para regresar en otra oportunidad a su antigua morada; las abejas conocen a la perfección el trabajo en colectivo; las hienas cazan agrupadas para el beneficio de la manada; las ballenas viajan en grupo para buscar el condumio; en cambio los humanos son egoístas, destruyen y contamina su ambiente, hacen la guerra para matarse entre ellos; inventa y utiliza armas atómicas para acabar con una parte de la humanidad; instauran modelos neoliberales para empobrecer a sus semejantes; atenta contra su prójimo que no profesa su religión; acumulan dinero que nunca van a gastar; destruyen bosques completos para fabricar muebles que no utilizan; poseen innumerables cosas que usan una sola vez en su vida; colecciona objetos inútiles; ostentan ante los demás para sentirse superior...entre los extraños comportamientos humanos que los convierte en "animales superiores".

Al ritmo como los capitalistas están administrando (destruyendo) el planeta, dentro unos cientos de años los humanos no tendrán dónde vivir, dado que la tierra, los ríos y los océanos estarán contaminados y la biodiversidad solo aparecerá en algún libro de una biblioteca abandonada. Sería mejor retornar un poco las viejas prácticas de nuestros ancestros y recuperar el instinto de conservación aniquilado por la razón y quizás, si lo logramos rescatarlo, tendremos un planeta y en nestro globo preservaremos la vida animal y vegetal por millones de años más. Otra arca de Noé no servirá de nada.



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Enoc Sánchez


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