La cultura de los colonizados se debate todavía entre mesías y culpables. Al conquistar las tierras de Abya Yala y trastocar nuestras culturas originarias se nos impuso la necesidad de mesías y no de pueblos así como de culpables y no de responsables, en una nueva y sumisa imposición de creencias.
Estoy convencido de que uno de los elementos culturales, más difícil de modificar es el correspondiente al sistema de creencias. Si bien la revolución cultural es el objetivo de todo conjunto de acciones destinadas a reencontrarnos en una cosmovisión que nos represente auténticamente, ella también es un complejo simbólico y de valores que tienen que ver con la manera como producimos, distribuimos y consumimos nuestros bienes de vida.
De la Abya Yala a la América impuesta por el conquistador, medió una inmensa cantidad de actos violentos contra los cuerpos y contra las almas, de manera simultánea. Mientras se golpeaba, sometía o mataba a los cuerpos, a la materia, a los rostros de piel y osamentas, la memoria que habitaba en ellos también era tratada de manera similar y terminaba modificada o muerta.
Hoy, nuestros pueblos -salvo los que nunca dejaron de militar en la resistencia y jamás se doblegaron- no tienen recuerdos de sus cultivos, de sus ternuras originarias, de sus amores inmaculados, de su producción y reproducción, de sus dioses y sus demonios. Hoy, simplemente, América dice Cristo o dice Dios como un mismo nombre que trajo el conquistador en el filo de sus espadas, de sus lenguas y de sus pensamientos. Todo parece eterno, inmodificable, imperecedero. La Biblia se impone sobre el Popol-Vhu y cuenta sus historias y ficciones a la secular manera de asustar o dominar las conciencias.
Quizá por eso los mesías y los culpables que están presentes como infatigables fantasmas en todos los procesos sociales. Por eso el empeño de esperar al salvador, al caudillo, al que nos haga las cosas y las haga bien... que las haga tan bien que toda su filantropía nos alcance, nos beneficie, nos dé algo: "¿A ti que te ha dado este gobierno?" preguntan los cansados, justo al momento cuando todos los discursos pretenden volver hasta cero, aquella democratización del papel tualé, porque a las transnacionales de siempre, a los imperios políticos y militares, se les vino en gana que ya está bueno de tantas pretendidas igualdades.
La Revolución Bolivariana y Chavista, bien vista desde sus justos alcances, nació de un oligarca criollo que se negó a seguir viviendo como tal y empezó a pensar abolicionistamente, justo en los peores tiempos de esclavizadores y de esclavos. La Revolución Bolivariana y Chavista, bien vista desde sus justos alcances, se forjó esperanza del siglo XXI, Patria y socialismo, por un campesino, proletario y arañero, convencido de jamás desclasarse.
Pero Bolívar ni Chávez han sido mesías, caudillos ni ungidos especiales. Voceros de circunstancias, de colectivos, de comunas y pueblos que se propusieron liberarse. Por eso, si algo no funciona, si el desmesurado enemigo se empeña con sus guerras económicas, con sus espadas y fusiles, con sus bombardeos mediáticos, con sus golpes de Estado, sus guantánamos, sus paracos y narcotraficantes, dejemos de estar buscando culpables entre nuestros pares.
La cultura de mesías y culpables que nos dejara el conquistador, sigue haciendo desastres. Descolonizarnos es la parte más importante para vencer en este combate.