La contabilidad manejada por la empresa es formalmente igualita a la que puede manejar una persona cualquiera para mantener un control patrimonial escrito con todos sus movimientos diarios, mensuales, anuales.
De acuerdo con eso, las partidas generales de débitos y haberes suelen ser comunes; la diferencia está en lo que entiende la empresa por cada partida, particularmente cuando entra en relación con sus trabajadores y con empresarios de menor giro o poder económico.
Por ejemplo, se maneja con gran permisividad y pasmosa pasividad que la banca privada, no sólo fije las tasas activas, con anuencia del Banco Central de Venezuela (BCV), sino las pasivas. Pero hay más, las pasivas rigen para 365 días, mientras las activas lo hacen para sólo 360 días, año chucuto, este último, que fue bautizado unilateralmente como "año comercial".
Ya hemos hablado sobre el erróneo cálculo del salario diario que tampoco discute el trabajador, sino que lo admite con anuencia del Estado, de sus representantes sindicales, y de los despachos jurídicos de los Abogados "laboristas" tanto de la derecha como los de la izquierda.
Los redondeos por exceso son comunes en la Contabilidad de Costes. Resulta muy fácil alterar un cociente para que dé un resultado fraccionario con, digamos, un tercer dígito mayor a 5 y así redondear hacia arriba. De redondeos no trata la contabilidad casera. Digamos que una cosa es la contabilidad crematística, la del capitalista, y otra la c. del hogar o personal.
Asentar costos siempre inflados según las variaciones del mercado es propio de la Contabilidad empresarial, mientras la economía hogareña registra costos sinceros e inalterables. O sea, los vaivenes de la oferta y la demanda no se hallan en relación directa con los precios del mercado: si los precios bajan, baja la oferta y esos precios se recuperan, y si los precios suben, no sube la oferta. Los movimientos bursátiles del oro son buenos ejemplos.