Sobre las raíces del modelo económico rentista en Venezuela

Nuestra América era un inmenso territorio habitado por poblaciones aborígenes con diversos grados de desarrollo socio-históricos que iban desde bandas de recolectores - cazadores hasta organizaciones sociales más complejas, sedentarias, que habían desarrollado algunos cultivos para el consumo propio de toda la comunidad y el intercambio por trueque sus excedentes con otras comunidades aborígenes. Eran sociedades igualitarias, que no conocían el vicio de la propiedad privada de las tierras y sus productos, ni la explotación del hombre por el hombre. La conquista española rompió con el modo de vida de aquellas sociedades para instaurar el terror.

Los colonizadores europeos, y especialmente el imperio español, reprodujeron en sus colonias de América Latina y el Caribe el modelo de relaciones de producción medieval-esclavista que permitió subyugar a los pueblos originarios y también a los negros esclavizados traídos de África para gestionar la producción de materias primas como la caña de azúcar, el cacao, café, melaza, oro y plata, productos que destinaban exclusivamente a los mercados europeos, lugar donde en aquella época comenzaba a germinar el núcleo capitalismo occidental.

Tanto la esclavitud como el genocidio de millones de nativos aborígenes, así como el modelo de dependencia a las metrópolis, permitieron la consolidación del modelo colonial europeo quienes, además, bajo las "ideas pretextos" de traer a las nuevas tierras una "sagrada misión civilizatoria" apoyada por la iglesia católica de los blancos europeos, implantaron su perverso modelo de servidumbre "a sangre y fuego" que provocó la destrucción del modo de vida aborigen y muerte de millones de ellos en diferentes hechos que marcaron de forma significativa los procesos políticos que se desarrollaron a posterior.

A partir del siglo XVI, los primeros poblamiento españoles, especialmente los blancos pobres traídos de España, originarios de la región de Andalucía, (árabes moros conversos al cristianismo) se habían mezclado con las poblaciones aborígenes (amerindios) y los negros esclavizados de África, dando lugar a una importante población mestiza que desarrollaron características culturales propias, produciendo finalmente una sociedad nueva, tal como lo expresó El Libertador Simón Bolívar, una sociedad que "no es ni indígena, ni africana ni europea sino un nuevo género humano" con una identidad propia y sueños.

Fueron precisamente los mestizos, blancos criollos, los pardos, negros y aborígenes, ese nuevo género humano que más adelante desempeñó un papel protagónico en los complejos procesos políticos que desembocaron en sucesivas guerras por la emancipación de la metrópolis. Pero tuvo que pasar mucho tiempo, correr mucha sangre y cuajar el flujo de las nuevas ideas de libertad e igualdad que germinaron con la revolución francesa para que nuestros próceres y libertadores tomaran conciencia del poder del pueblo mestizo y negro venezolanos para librar con éxito la gesta independentista. Los próceres y libertadores latinoamericanos encontraron apoyo para sus gestas en los movimientos enciclopedistas burgueses del siglo XVIII y XIX, que promovían la caída de la monarquía, y por ende enfrenta la aristocracia feudal, para dejar el poder en manos de la clase más avanzada del momento. Aquellas concepciones políticas implicaban un nuevo "pacto social" que además de optar por el desplazamiento de la realeza y los cargos nobiliarios, también promovían un profundo cuestionamiento a la iglesia y toda la superestructura del decadente sistema colonial.

Para 1810, la población venezolana apenas alcazaba la cifra de 830 mil personas [1], y estaba dividida de la siguiente manera: el 80% de la población eran pardos, negros esclavizados y libres, aborígenes tributarios y no tributario, mientras el 20% restante de la población eran blancos peninsulares, canarios y criollos. Los blancos peninsulares, que conformaban la casta política dominante de la sociedad y en quiénes la corona española confiaban el poder político, era minoritaria que sometía a la más brutal explotación y discriminación a las amplias mayorías del pueblo venezolano.

Conscientes del poder inmanente que creía en las bases del pueblo mestizo producto del oprobioso sistema de explotación colonial, así como de la insurgencia protagonizada por los negros libres y cimarrones en gloriosos episodios como el de Leonardo Chirinos, pero también muy preocupados por la determinación de algunos blancos criollos que habían abrazado tempranamente el sueño de la independencia luego de la abdicación de España ante Francia en 1808, entre 1812 y 1814 la monarquía española actuó astutamente al conceder poderes a los pardos para así dividir las bases del pueblo y asestar duros golpes a las luchas emancipadoras. Ese astuto accionar de la corona dio origen a las actividades de José Tomas Boves, quien en sus inicios había apoyado la causa de los patriotas, más tarde, y por algunas decepciones provocadas, se unió a los realistas contra los patriotas, dando lugar a horrendas matanzas.

Las largas guerras intestinas y contra las tropas realistas libradas en territorio venezolano y neogranadino mermaron, pero no por mucho tiempo, las posibilidades de la emancipación del pueblo venezolano.

La guerra de independencia comenzó en 1811 como una sangrienta contienda civil donde el pueblo mestizo y los blancos pobres pusieron la mayor parte de la carne de cañón. La guerra independentista ocasionó grandes calamidades a la población civil venezolana. Nadie hoy duda sobre los razonamientos justos que animaron nuestra emancipación de España y la necesidad política que motivó la promulgación del decreto de guerra a muerte del Libertado Simón Bolívar. (Sanoja, 2011, p. 303).

Pero fue el genio de Bolívar quién logró dar un vuelco a esa situación, luego de la derrota de Boves, al ganarse a los pardos y negros en la lucha por la independencia bajo la promesa de acabar con la esclavitud y repartir tierra a los patriotas que luchaban junto al ejército Libertador.

La reducida población -cuyo número resultó severamente afectado durante y luego de las guerras de independencia, y por las campañas del Libertador Bolívar por la independencia del sur del continente-, las grandes desigualdades sociales y por consiguiente su escaso poder adquisitivo, la producción de un número reducido de materias primas (fundamentalmente tabaco, café y cacao) cuya exportaciones satisfacían las necesidades de la clase mantuana blancos terratenientes y señores feudales que se habían adueñado del poder, fueron las razones fundamentales que impidieron la diversificación de la economía, el consumo interno y la acumulación de capital necesario para el impulso de las fuerzas productivas.

Las economías de todas las colonias estaban dedicadas exclusivamente a la exportación de materias primas que eran únicamente destinadas a las metrópolis europeas. Las exportaciones eran manejadas por grandes monopolios administrados inicialmente desde España, y a quienes el mandato colonial español impedía desarrollar relaciones comerciales con el resto de las colonias del continente o buscar nuevos mercados fuera de éste de manera independiente. De esta forma, la metrópolis organizó la división de los roles de cada una de sus colonias, asignándole la producción de solo unos determinados rubros. Esa arquitectura económica aseguró para las metrópolis un mayor control de las mismas, afectando enormemente sus posibilidades de desarrollo.

La exportación de materias primas producidas en Capitanía General de Venezuela estaba a cargo de la compañía Guipuzcoana. Al margen de los terratenientes y señores feudales se formó una casta de comerciantes conformada por blancos criollos a cuyos el monopolio dificultaba su desarrollo. Esa clase comercial y oportunista marginada por el modelo colonial español y algunos terratenientes con ideas de avanzada que también apoyaba de forma recelosa la gesta emancipadora, solo lo hacían por el deseo destruir el monopolio comercial de la compañía Guipuzcoana y Barcelona para poder comercializar sus mercancías en otros espacios que veían más lucrativo como lo eran Gran Bretaña y Francia. Pero naturalmente, se oponían a toda posibilidad de una revolución verdadera que liberase a los esclavos y pudiera limitar sus ambiciones de clase.

Según el profesor Omar Galíndez, esa casta "se mostraba reticente a abrirse paso para abolir la esclavitud y propiciar un orden social igualitario. Escollo que produjo muchas pérdidas a la Independencia: primera y segunda Repúblicas. Con los saldos de la liquidación y fracaso de Miranda; así como, la postergación de la abolición de la esclavitud hasta 1854" [2].

Las contradicciones entre peninsulares, canarios y sectores de blancos excluidos, sus mezquindades, las grandes desigualdades sociales, el escaso desarrollo productivo y el clasismo reinante en aquellos momentos lograron liquidar del proyecto Nuestro Americano del Libertador Simón Bolívar.

Una parte importante de la casta militar salida de la guerra de independencia, y la casta de comerciantes y terratenientes oportunistas que apoyaron con muchas vacilaciones aquellas luchas, se adueñaron del poder tras la muerte del Libertador Simón Bolívar en 1830, se enriquecieron a expensas de la independencia, sometieron y expropiaron al pueblo que derramó su sangre por la libertad de Nuestra América, para terminar entregando las patrias divididas al nuevo imperio estadounidense que tempranamente divisó el Libertador Bolívar como la mayor amenaza que estaba destinada a plagar de miseria a Nuestra América en nombre de la libertad… (Continuará…)

Fuentes:

[1] Historia sociocultural de la economía venezolana, Mario Sanoja Obediente, 2011.

[2] Artículo del profesor Omar Galíndez Colmenares titulado Emancipación, Independencia y Socialismo: 200 años de Resistencia en América Latina y el Caribe".



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Basem Tajeldine

Marxista. Investigador de temas geopolíticos internacionales en el Centro de Saberes Africanos. Moderador del programa VOCES CONTRA EL IMPERIO, RadiodelSur y RNV.

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