El agua es un derecho vital no solo para la humanidad, aunque los seres humanos, sometidos como víctimas del torturante capitalismo y su expresión mercantil (esfera de la circulación, se denomina en la crítica marxista del tema), reclamen también un "derecho" al agua gasificada o saborizada, según las imposiciones segmentadas de ese mercado, no conforme con expropiarnos el agua, cualquier agua, también nos impongan colas o precios exorbitantes para poder acceder a la misma.
El asunto del agua no es cualquier cosa. La humanidad toda debe luchar unida por convertir su acceso al agua como un derecho fundamental y vital.
¿Por qué tiene que ocurrir esto, si el agua es generada por la Pacha Mama (por el planeta) para el consumo igual de todas y todos? ¿En qué momento las cuencas acuíferas fueron secuestradas por empresas transnacionales como la Cocacola, para terminar embotellándola bajo la denominación comercial de Nevada y negándola al consumo masivo e igual de la humanidad y, por extensión, de todos los seres vivos?
En un encuentro reciente de la Plataforma de Periodistas y Comunicadores Populares, convocado en Caracas, para la Consulta Nacional sobre el tema de los Derechos Humanos, se destacó el tema fundamental del Derecho al Agua.
Es obvio que cuando se reclama un derecho cualquiera, es porque existe una realidad de injusta desigualdad que se le inculca a una parte importante de la sociedad. El derecho –y no olvidemos que todo derecho, hasta el presente, es burgués- ha sido creado para dejar constancia en el papel, en los códigos, tratados y leyes, de una igualdad que en la realidad no existe.
Aunque no está contemplado en la denominada "Declaración Universal de los Derechos Humanos", de ese organismo internacional, nada proletario, la ONU, el referido al agua, debería formar parte de ellos. Todas y todos necesitamos del agua para nuestra subsistencia, por lo que es inaceptable que grandes transnacionales u otras empresas capitalistas, le arrebaten el agua a la humanidad (y a todos los seres vivos) y por el hecho de embotellarla, le roben a esa misma humanidad, el derecho igual de su disfrute.
El tema, que puede y debe ser desarrollado con mayor profundidad, viene al caso en esta nota de opinión, a propósito del asunto de la guerra económica desatada contra Venezuela, de su expresión en el bachaqueo y, sobre todo, porque nuestro país es y se declara absolutamente soberano, frente a cualquier pretensión de dominación imperial, monopólica, de pensamiento único o del tipo que sea.
Venezuela, soberanamente y por una decisión expresada a través de nuestro presidente y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Nicolás Maduro, decidió enfrentar la aludida guerra económica imperialista y, entre otras acciones, está la del cierre de las fronteras con Colombia. La medida persigue, entre otros detalles, el que los combustibles venezolanos, derivados del petróleo y, especialmente, la gasolina, no terminen en el vecino país, beneficiando las grandes transnacionales, las oligarquías santanderistas y el depredador ámbito del narcotráfico, encabezado en buena proporción por el capo Álvaro Uribe Vélez.
Pero el agua, ese producto realmente vital, que en Venezuela octiplica, en términos conservadores, al precio de la gasolina, también cruza nuestra frontera hacia Colombia y no para beneficiar al pueblo de nuestro hermano país, sino para extorsionar al nuestro y enriquecer aún más a los capitales del narcotráfico, que fortalecen, a su vez, al de cualquier transnacional, como el de las petroleras que, hoy, nuevamente atacan a nuestra Patria, con el propósito de hacerla desistir de su carácter revolucionario y soberano.
Nos corresponde defender al agua, a la soberanía y a los Derechos Humanos. En fin, estamos en el instante preciso de defender a nuestra independencia y Patria socialista o de entregarnos sumisamente a otros 400 años de coloniaje y sumisión. A nosotros de escoger. ¡Pa’luego es tarde!