En su autobiografía, el General José Antonio Páez quiso dar a conocer a los venezolanos lo que significó el teniente Pedro Camejo para la gesta independentista de Venezuela y escribe algunos pasajes de este soldado, que muere el 24 de junio de 1821 en la gloriosa batalla llevada a cabo en el Campo de Carabobo. Cuenta el General Páez lo siguiente:
"Los oficiales de mi estado mayor que murieron en esta memorable acción fueron: el Coronel Ignacio Melean, el Coronel Manuel Arraiz, el Capitán Juan Bruno, el Teniente Pedro Camejo (a) Negro Primero, el Teniente José María Oliveira y el Teniente Nicolás Arias. Entre todos con más cariño recuerdo a Camejo, generalmente conocido entonces con el sobrenombre de Negro Primero. Cuando yo bajé a Achaguas después de la acción del Yagual, se me presentó este negro, que mis soldados de Apure me aconsejaron incorporase al ejército pues les constaba a ellos que era un hombre de gran valor y sobre todo muy buena lanza. Su robusta constitución me lo recomendaba mucho y a poco hablar con él advertí que poseía la candidez del hombre en su estado primitivo y uno de esos caracteres simpáticos que atraen bien pronto el afecto de los que los tratan. Llamábase Pedro Camejo y había sido esclavo del propietario vecino de Apure, don Vicente Alfonzo, quien le había puesto al servicio del Rey porque el carácter del negro, sobrado, celoso de su dignidad, le inspiraba algunos temores.
Después de la acción de Araure quedó tan disgustado del servicio militar que se fue al Apure y allí permaneció oculto un tiempo hasta que vino a presentárseme, como he dicho, después de la acción del Yagual. Admitíle en mis filas y siempre a mi lado fue para mí preciosa adquisición. Tales pruebas de valor dio en todos los reñidos encuentros que tuvimos con el enemigo, que sus mismos compañeros le dieron el título de Negro Primero. Estos se divertían mucho con él, y sus chistes naturales y observaciones sobre todos los hechos que veía o había presenciado, mantenía la alegría de sus compañeros que siempre le buscaban para darle materia de conversación. Sabiendo que Bolívar debía venir a reunirse conmigo en el Apure, recomendó a todos muy vivamente que no fueran a decirle al Libertador que él había servido en el ejército realista. Semejante recomendación bastó para que a su llegada le hablaran a Bolívar del negro, con gran entusiasmo, refiriéndole el empeño que tenía en que no supiera que él había estado al servicio del Rey.
Así, pues, cuando Bolívar le vio por primera vez, se le acercó con mucho afecto, y después de congratularse con él le dijo ¿Pero que le motivó a usted a servir en las filas de nuestros enemigos? Miró el negro a los circundantes como si quisiera enrostrarles la indiscreción que habían cometido, y dijo después: -Señor, la codicia- -¿Cómo así?- Preguntó Bolívar. -Yo había notado, continuó el negro, que todo el mundo iba a la guerra sin camisa y sin una peseta y volvía después vestido con un uniforme muy bonito y con dinero en el bolsillo. Entonces yo quise ir también a buscar fortuna y más que nada a conseguir tres aperos de plata, uno para el negro Mindola, otro para Juan Rafael y otro para mí.