Los trabajadores y gobernantes colombianos se sienten protegidos con bases militares extranjeras, mientras nosotros todavía carecemos de bases amigas.
La denominación de "salario mínimo", sugerida por la vieja burguesía europea de otros países de donde Venezuela la tomó, ha invitado a los empresarios venezolanos a considerar que el correspondiente "decreto sobre Salario Mínimo" no es otra cosa que el derecho que ellos tienen para pagar salarios bajos o mínimos según la conveniencia unilateral de dichos patronos.
Como recordamos, el patrono burgués y capitalista se rige por la ley de mínimos costes y máxima ganancia. El costo de producción más vulnerable y reductible resulta ser el salario o paga de un trabajador[1] que entra a las empresas con su personalísima y pobre autodefensa frente a un poderoso, infatuado y apoyado empresario.
Cierto que hay leyes estatales dirigidas a la defensa del trabajador, pero eso cae bajo responsabilidades burocráticas mejor cuadradas con la burguesía que con quienes deberían defender, según mandatos constitucionales. De la defensa asumida por los sindicalistas ya sabemos lo que ocurre con sus intermediaciones entre el patrono y el trabajador: aquel puede comprarlo y el otro queda indefenso como siempre lo ha estado.
Recordemos también que la demagogia política ha girado siempre alrededor de ofertas sobre mejores condiciones laborales, hacia la reducción de los abusos empresariales. Todo esto ha sido demagogia y populismo.
Hoy, en la Venezuela Bolivariana, las perversas influencias de un sindicalismo corrupto siguen presentes y se manifiestan en la complicidad de trabajadores alienados con la oferta burguesa, según la cual, esos trabajadores siguen creyendo que los patronos son buena gente, que les dan trabajo, y repitiendo la consigna burguesa acerca de que el socialismo es el malo.
Como la paga de salarios minimizados cuenta con el aval de todos los países burgueses e imperiales, la defensa del empresariado capitalista es mundial. Frente a esa defensa patronal extranjera, Venezuela debe ir pensando en proteger al trabajador con cierta protección extranjera de países amigos como Rusia, Vietnam o China. Por ejemplo, los gobernantes colombianos se sienten protegidos con bases militares extranjeras, mientras nosotros todavía carecemos de bases amigas. Por todo eso, proponemos que en adelante, en lugar de la frase "salario mínimo", usemos salario básico.