No estamos viviendo nada nuevo. Seguimos en la guerra declarada hace más de 200 años por las clases dominantes estadounidenses, las colombianas y las venezolanas contra Simón Bolívar.
Seguimos en la guerra declarada hace 17 años contra el Comandante Chávez, el teniente coronel de Sabaneta quien, además de derrotar a la burguesía venezolana en su propio patio político- electoral, encarnó el sentir de los oprimidos del mundo y tuvo la osadía de poner nuevamente en escena al ideario bolivariano y al socialismo como única alternativa para garantizar la sobrevivencia de la vida y la especie humana.
Seguimos en la guerra declarada en abril del 2013 contra el Presidente Maduro, contra el chavismo y contra el pueblo venezolano, recrudecida por la crisis mundial del capitalismo, por la relevancia adquirida por Venezuela en América Latina y el Caribe, por nuestra estrategia geopolítica y, sobre todo, por los reiterados fracasos de los amos del capital trasnacional para colocar en el gobierno a sus cipayos.
Baste informarse sobre lo que está ocurriendo en el medio Oriente, en África, en Europa, en la vecina Colombia, en México y recordar la violencia y destrucción desatada en nuestro propio país por la dirigencia opositora para entender la estrategia del enemigo y la destrucción y muerte que acarrearía una la eventual toma de nuestro territorio por paramilitares y mafias del narcotráfico.
Guerra es guerra y el enemigo nos está atacando por todos los flancos. Acompañar al Presidente Maduro en su firme defensa de nuestro país es ser fiel al Comandante Chávez y respetar su extraordinaria capacidad de prever el futuro. Por algo le dio tanta prioridad a la transformación de nuestra Fuerza Armada Bolivariana, a la unión cívico–militar, a la corresponsabilidad en la gestión de gobierno y a la milicia.
Para defender lo alcanzado y seguir luchando por la Venezuela socialista, tenemos que reavivar nuestro espíritu revolucionario. Tenemos que hacernos más visibles y convertirnos en agentes callejeros y mediáticos de contra-propaganda. Tenemos que vocear el alcance y riesgos de la guerra, tenemos que participar directamente en la distribución de productos claves y tenemos que lograr una mayoría aplastante en la Asamblea Nacional.
En síntesis, tenemos que activarnos y derrotar por la vía de la paz a un enemigo muy peligroso.