Las medidas que materializan el estado de excepción decretado soberanamente por el Presidente Maduro, han servido para destapar una olla que se sabía podrida, pero que se mantenía casi que como una especie de actividad "normal" de contracultura, de la cual se alimentaban miles de personas que incluso habían tomado las practicas de sus ilícitos como una forma licita de hacer dinero, involucrando a múltiples sectores de los que no se escaparon altos funcionarios de gobierno, militares responsables de cuidar la frontera para evitar lo que ahora nadie niega, era un desbarajuste tal, que involucraba pérdidas económicas, de vidas y quitarle a quienes tenemos en primer lugar ese derecho, la comida casi que de la boca, incluyendo a niños que requieren necesariamente de alimentos para su corta edad, ansíanos y además la desaparición como por arte de magia de medicamentos, alimentos para animales, repuestos etc., y como consecuencia el encarecimiento escandaloso de todo lo que se consume en este lado no solo de la frontera sino del país.
Es de tal monta el problema que de haberse prolongado y creciendo exponencialmente hasta el punto de que incluso miles de venezolanos prefirieron dejar sus empleos para dedicarse a lo que conocemos como bachaqueo, pues lo devengado por ese ilícito en un día, les representa casi lo de un mes en un trabajo formal, hubiese llegado el momento en que las industrias, comercios, talleres, incluso centros de salud, se hubiesen quedado sin personal como en efecto ha sucedido en casos concretos de hasta profesionales que prefirieron sumarse a la práctica apátrida sin pensar en el terrible daño que le infringían al país.
La medidas dejaron al descubierto como muchos de los encargados de evitar la fuga estaban entregados a las mafias, unos para ganarse un buen dinero evidentemente de origen ilegal muy superior al devengado por su trabajo como nomina de algún organismo oficial, ese hecho sirvió para comprobar una de las diferencias entre un gobierno revolucionario y uno de derecha en cuanto al trato que se le da a los funcionarios involucrados en corrupción, sabemos que muchos están privados de libertar, condenados o en procesos judiciales, uno de los hechos más recientes el de los barcos que bajo el mando de altos funcionarios contrabandeaban gasoil, o el de el Registrador tercero del Táchira que junto a un hermano, acaparaba grandes cantidades de alimentos . Los casos son muchos y le dan autoridad moral al gobierno.
Ahora bien aquí en la frontera del Táchira como del Zulia ha quedado en evidencia una compleja y poderosa situación que conjugaba un abanico de delitos tal que han hecho incluso difícil penetrar al fondo de los hechos-
Lo que sucede por ejemplo con un hecho cierto como es el que aquí en el Táchira, más de 4 mil personas entre niños, adolescentes y adultos que viven a este lado de nuestra frontera, aun teniendo la garantía de poder cursar sus estudios acá, prefieran hacerlo en Cúcuta, donde tienen que pagar, no reciben alimentación, ni canaimitas, ni colección bicentenaria, no el morral escolar etc., es algo que solo tiene una respuesta y es la de que estudiar en Cúcuta era una garantía para bachaquear con mayor facilidad, escudados en un uniforme y un carnet, la prueba de lo que afirmo se dio cuando aun con la frontera cerrada, se pudo comprobar que alguien de esos presuntos estudiantes, llevaba en su morral, en lugar de útiles escolares, nada menos que 12 frascos de mayonesa, lo que por fuerza nos obliga a preguntarnos, si esa persona era la única que utilizaba esas prácticas o ellas eran un modus operandi de quienes habría que averiguar si en verdad, cursan estudios donde dicen que lo hacen o no, o simplemente son bachaqueros uniformados para delinquir, lo cual es muy grave pues en el caso de los niños, lo que se está formando es una pléyade de futuros mafiosos y delincuentes, ganados para toda clase delitos con tal de mantener un status aprendido desde temprana edad.
Estoy casi que seguro que de esos 4 mil y más, que dicen ser estudiantes un alto porcentaje por no decir todos, simplemente son una especie de mulas para cargar de aquí para allá todo lo que puedan vender a quienes integran la cadena del otro lado de la frontera, y es óbice pensar si al regresar sus morrales vienen cargados, sabrá Dios de qué.
Sería muy bueno investigar a fondo cuál es la realidad de esta área del fenómeno, para ello Venezuela cuenta en Cúcuta con un consulado que bien puede de manera muy diplomática conseguir las nóminas de estudiantes que viven en las ciudades fronterizas y estudian en Cúcuta y compararla con el censo que a estas alturas ya deben tener las autoridades que dirige el Estado de Excepción, en cuyo censo deben figurar además de los datos de identificación de cada "estudiante", el Colegio, el grado y las razones por las cuales no estudian en el país a pesar de las facilidades y ventajas que aquí tendrían.-
Me atrevo a afirmar que serían muchas las sorpresas con las que nos encontraríamos, así como la que nos llevamos cuando leímos la noticia de lo que se encontró en el morral de uno de eso supuestos estudiantes, que bien podríamos llamar intrafronterizos.