Diosdado: el hombre duro y poderoso

Chávez: el visionario

Es posible que el Comandante Supremo de la Revolución, en el momento más difícil de su vida, haya dudado entre dos hombres para sustituirlo en el poder y la conducción del proceso. Por un lado, Nicolás Maduro, un hombre fiel a liderazgo de Chávez, a quien conoció en la cárcel de Yare. Lo mantuvo como su canciller durante seis años, y se lo llevó a Cuba durante todo el tiempo que estuvo sometido a las intervenciones quirúrgicas. Maduro se relacionó, en ese tiempo, con la cúpula cubana. Y tal vez fue Fidel, quien aconsejó al propio Chávez para tomara en cuenta al espigado ex conductor del Metro de Caracas. Chávez, como buen escucha, instó a Maduro a leer buenos libros y a prepararse en los temas más importantes en lo interno, y lo externo. Se convirtió en la ficha de transición.

Por otro lado, también contaba con un hombre fiel hasta los tuétanos no sólo al proceso sino a quien lo dirigía (Chávez), como lo era el teniente Diosdado Cabello, hoy capitán. También es posible que haya pensado que aún era joven para sentarse en la silla de Miraflores, por lo que podía esperar, y aprender de Nicolás Maduro, tanto de sus éxitos como de sus errores. Además, Chávez pensaría que para el momento que vivía el país, convenía un hombre como Nicolás, más sosegado, que uno como Diosdado: un hombre duro y de un lenguaje directo, sin titubeo, contra la dirigencia de la derecha, en su conjunto. “Diosdado, espero tu turno al bate”, ha podido decirle el Comandante. “Mantente estudiando…, lee buenos libros y elévate desde la presidente de la Asamblea Nacional, y la vice-presidencia del partido. En esas dos trincheras te harás fuerte. Mientras tanto juega pegado a Nicolás. Aprende de sus aciertos, pero más de sus desaciertos.”. Eso pudo decirle el líder. Lo demás está plasmado en el vídeo de aquel día domingo 8 de diciembre, en horas de la noche.

Diosdado: un buen discípulo.

El hijo prodigo de El Furrial, estado Monagas, ha seguido al pie de la letra las enseñanzas de su mentor político, desde la Academia Militar… Ha impuesto su estilo personal de cómo conducir la AN, bajo unas características personales marcada por su dureza cuando enfrenta con a los timoratos y mediocres diputados de la bancada de la derecha. Por otro lado, como vice-presidente del partido más grande y mejor organizado de Venezuela, ha hecho un trabajo ideal para sus aspiraciones presidenciales. Lo hemos visto saltar de un lado a otro, dando arengas encendidas a los militantes del PSUV. Pero siempre pegado del Presidente Nicolás Maduro. Aunque han tratado de crear rencillas entre ellos dos, la canalla no ha podido coronar sus intenciones.

Todo parece indicar, que a sus 52 años de vida, el capitán Diosdado Cabello apunta sus aspiraciones hacia la silla donde ahora está sentado Maduro. En el PSUV no hay otro personaje más idóneo para el cargo que el conductor de “Con el mazo dando”, programa que también le servido para catapultarse hacia la cima. En su afán por lograr su objetivo, legítimo, por cierto, se ha acercado a los cubanos. Ha viajado a La Habana y se ha reunido con los Castros. Su fama de implacable ha calado en el chavismo, en especial el chavismo duro y patria o muerte. Ha flexibilizado su rostro, gracias a su programa “Con el mazo dando”, donde ríe y hace chistes. Para mucha gente, donde me incluyo, el señor diputado Diosdado Cabello será el próximo presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Y como si fuera poco su poder, tiene ascendencia en un vasto sector militar. A ese lo están bañando. Yo que se los digo… ¡Se cansa uno!

Puerto Ordaz, 4 de octubre de 2015


Esta nota ha sido leída aproximadamente 6433 veces.



Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

Visite el perfil de Teófilo Santaella para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Teófilo Santaella

Teófilo Santaella

Más artículos de este autor