Una caída de precios compensatoria de la sanguinaria especulación que tan olímpicamente han venido practicando los enemigo del pueblo, los fabricantes y comerciantes en general en nuestra tierra de gracia.
Los especuladores han enojado tanto a Dios, al punto de que serán castigados sin recibir ni siquiera un halón de orejas. Es de esperarse que sus ingresos futuros serán a precios nuevos, pero sus deudas lo serán a precios viejos, esos que ellos contribuyeron a elevar sin consideración alguna con sus clientes, tratados como si fueran sus enemigos en una auténtica guerra de clases.
Los capitalistas no se quieren entre sí; no se consideran amigos, ni como conocidos, ni vecinos, ni conciudadanos; ninguno de estos tratamientos se hallan en el vocabulario ni en la mente del comerciante para quien sus clientes son eso, unos tipos que les garantizan ganancias y que cuando no puedan hacerlo, pasan a ser ignorados completamente.
Los correspondientes clientes de fabricantes, de los intermediarios y los de los detallistas no llegan jamás a sensibilizar el pétreo corazón de estos inicuos seres ni a las desangradas venas de unos personajes que sólo conocen de bolívares, de rentas, de ganancias, de especlalación y truculencias contables, de evasiones impositivas, cambalaches entre gatos y liebres, de odio a unos clientes que no se dejan esquilmar 100% de lo que ellos desean.
Un ajuste correcto de los nuevos precios de venta serán así-científicamente calculados: Costo de producción[1], pongámoslo = 100; ganancia máxima ANUAL = 30%, precio de venta = 130, en caso de que el productor sea distribuidor directo de su propia oferta.
Si se agrega al capital del fabricante el de un intermediario exclusivo, involucrado en la misma oferta y venta, entonces el capital se remonta a 200. Una tasa de ganancia sobre el costo de producción = 30% ahora se repartirá a partes iguales entre los dos capitales, entre los dos capitalista a razón de 15% para cada uno, de tal manera que el precio final de la producción en juego sería = 132, 25, aprox, en lugar de 169.
Con este precio desinflado = 115, la oferta llegaría al consumidor final al precio de = 132,25, en lugar de 169 = (130 x 1,30) como se venía calculando y vendiendo especulativamente. De allí que ese especulador vendió a 130, y su distribuidor vendió al precio de 169, luego este distribuidor deberá pagar 130 en lugar de 115. De esa manera ,deberá pagar = 130 en lugar de 115. Como revenderá el último inventario = 132, 25, al restar los 15 de desinflación, le quedará 117,25 que usará para comprar un nuevo inventario = 115, de manera que sólo le quedará como ganancia= 2,25, que para un capital de 115 representa apenas un 2%, aprox. y por exceso. Tal es el castigo "sin palo y sin rejo" del que hablaba mi querida y cristianísima Abuela.
[1] Hacemos abstracción de los sobreprecios.