Egresados de la 4ta República, ¿Profesionales para el pueblo o para la burguesía?

Desde acá nos sumamos a la conmemoración de la Primera Promoción de Economistas, año 1965-05/11. Lamento mucho, por razones de salud, no estar presente en dicha conmemoración debidamente programados porque como aniversario en sí mismo resulta ser muy poco frecuente, además de tener la preciosa oportunidad de cruzar diálogos y multidiálogos con quienes nos acompañaron en esa interesante y quinquenal carrera-de lunes a sábado/de 7:00-am-12:00, si mal no recuerdo-y de la cual nos sentimos muy orgullosos. Vayan aquí Agradecimientos expresos a todos sus diligentes y abnegados docentes y directivos, a su personal técnoadministrativo, a quienes indeleblemente quedaron sembrados en nosotros y llenaron nuestros archivos espirituales en favor de los cuales guardamos pasivos de difíciles cancelaciones y finiquitos.

A manera de viaje al pasado, desde la caída de Marcos Pérez Jiménez, las amplias puertas de la Universidad de "Carabobo" se abrieron para algunos pobres-unos más que otros entre sí-, p. los pequeños ricos y medios ricos porque los verdaderos r. y ricachones-podridos de dinero-desde hace tiempo dejaron estas "acampesinadas provincias" y migraron hacia Caracas por aquello ser ésta la puerta de Europa y de EEUU en Venezuela, y el resto lo hizo hacia el Norte-Miami-o hacia la Europa peninsular occidental, o sea, para España, para "la madre España".

Hasta ese momento, esta "provincia" valenciana había sido caracterizada como habitada sólo por "monte y culebra", a juicio de los infatuados metropolitanos. Contaba a medias sólo con una facultad universitaria, la de Ciencias Políticas y Jurídicas –la "ciencias" del Derecho Burgués, o para ser exactos[1]-(?), la Escuela de Derecho Miguel José Sanz" (fundada, año 1943). Para sus egresados de su momento epilogar fue y ha seguido siendo un orgullo exhibir ese "tremendo título caraqueño", de la Universidad Central de Venezuela[2], y no el del "subvalorado y provinciano" título emitido por los "provincianos" rectores valencianos desde el año 1963[3] para acá. Esa discriminación está allí, es una verdad social de indeleble factura.

Por estos años en curso, el lustro que se movió en el intervalo 1963-68 ocasiona merecidas conmemoraciones para los egresados y homenajeados que han arribado ya al entorno de 50 años de Graduación. Se conmemora las graduaciones pioneras de sus interesantes "Escuelas", escuelas de profesionales o de trabajadores que siempre han podido –ni tan libremente-optar por servirle al pueblo como un todo, libres de discriminaciones sociales, o como respetados profesionales fuertemente atados a la correspondiente clase a la que siempre y la mayoría de sus homenajeados y egresados de todos los años han respetado.

Es un lamentable pero cierto hecho que la clase burguesa no acostumbra ofrecer gratis ninguna de sus "mercancías"[4], ni tampoco ninguno de sus servicios institucionales, porque de alguna manera pasa factura[5] y sólo los solventes no son enviados a pasar por caja para su liquidación.

 


 

 

[1] El Derecho Burgués-conocido hasta ahora como "Derecho romano y napoleónico", carece de autonomía científica, es una paraciencia política derivada de la Economía, de sus magnas y principales leyes estructurales. Estas últimas dictan y son la fuente hasta de cada sílaba con su debida puntuación y regia autorización y demás requisitos gramaticales que no abran-o lo hagan interesadamente-posibilidades o "lagunas" a los efectos de sus aplicaciones puntuales y concretas. Dictan asimismo sus compilaciones y exordios jurídicos, sus soportes, sus obligaciones y "derechos" y sanciones dirigidas a las personas y seudopersonas, todo arreglado a la más perfecta conveniencia de los ricos y muy ricos de la burguesía nacional y transnacional. De hecho y por Derecho, quienes no se sometan incondicionalmente a esas disposiciones, leoninas per se para la dignidad humana, simplemente son desechados bajo mil excusas, unas de las más usadas han sido las de herejes, connotaciones izquierdistas, rebeldes o subversivos en general, o simplemente sus ventiladas y razonables querellas jurídicas, por ejemplo, no prosperarán, pasarán por todas las instancias y el potencial ganador jugará al cansancio psicológico y pecuniario de los "!pendejos" proletarios que pretendan hacer valer unos derechos burgueses válidos sólo para "burgueses". La aplicación de este falso derecho popular sólo ha servido, en la mayoría de los casos, para alimentar trenes burocráticos y a muchos abogados pobres de cuna cuya clientela obviamente será de pobres, y también para sacarle dinero al Estado en colusión corrupta con algunos funcionarios que partirán la cochina con cargo al Fisco nacional ya que este sólo de un tiempito para acá parece dolerle a alguien y a algunos.

 

 

[2] Muchos de ellos quisieran ahora cambiarle la ortografía política por aquello de que con "B" se escribe burro, para reservarse la V como exclusiva de la aquella Venezuela prebolivariana; esto dicho con el perdón de los muy hermosos (as) trabajadores (as) burros y burras, tan elogiados y elogiadas por Juan Ramón Jiménez.

 

 

[3] Dejamos salvos los insignes, respetables y recordados docentes quienes desde 1958 dieron lo mejor de sí con ese gran entusiasmo, ética y prevaleciente carácter pedagógico que guio sus actuaciones en la difícil y delicada función de formar a los honorables trabajadores universitarios.

 

 

[4] Por definición científica, los trabajadores son dueños de la única mercancía que poseen como propiedad privada: la de su fuerza de trabajo. En nuestras sociedades, burguesas aún, a estos trabajadores y fuera de los centros fabriles se les trata como mercancías en sí mismos y no como portadores de aquella fuerza.

 

[5] Aclaremos que los llamados servicios públicos no son nada gratis; por el contrario, son los onerosos que los privados por cuanto sus beneficiarios los pagan hasta por adelantado en términos tributarios.



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Manuel C. Martínez


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