-"¡Coño hermano, aquí en la guerra!"
Así, con franqueza, sin sospechar que todo el mundo escucharía aquella declaración, Lorenzo Mendoza confesó en lo que anda. Es decir, admitió el pecado del cual le acusa el gobierno haber cometido y afecta a todos aquellos que dependemos de un salario que corre detrás de los precios, ya con la lengua al suelo pegada. Digamos entonces a confesión de parte…….
El gobierno dice que está metido en una guerra contra quienes a él se la hacen, les llama "pelucones", sólo que los bombazos de Mendoza y sus aliados, algo así como EEUU y la OTAN, no caen en Miraflores, ni en casa de los altos jerarcas gubernamentales, como de quienes manejan la distribución de alimentos, sino en los bolsillos y cada más deprimido estado de ánimo de los consumidores más débiles, los asalariados. Las bombas de Mendoza, a su gente, no al pobre pelado que por equivocación está en la derecha, no hacen daño; esa tiene una enorme coraza que no penetran los fragmentos de los explosivos. Esa gente, mientras más golpea la inflación, más gana y si así llueve que no escampe.
Es decir, por la confesión de Mendoza y todo lo que uno sabe que nos hacen para que nos angustiemos que no valdría la pena relatar aquí porque todos los venezolanos sabemos, pero si contar por quienes nos lean en el exterior que, productores e importadores nos hacen toda clase de trampas; como esconder productos o frenar el ritmo productivo para provocar escasez y con ello inflación y especulación; fomentar el bachaqueo o compras excesivas, por un elevado universo de ciudadanos, en gran parte para revender a quienes no puedan acceder a esas mercancías con precios exorbitantes. Sacar abundante mercancía, hasta subsidiada, como la gasolina, que no es ella sola, de contrabando hacia países vecinos Esta es la guerra en la que según el gobierno está metido Mendoza hasta las orejas; la misma a la que el dueño de Polar se refiere en su confesión. "¡Aquí, en la guerra!"
Pero el gobierno tampoco oculta lo de la guerra y su participación en ella. Si se sigue el discurso oficial, encontraremos en abundancia referencias a la guerra económica y como el gobierno está metida en ella; es más, casi todos los días y a toda hora dice que está a la ofensiva. Claro en parte el gobierno trata de defendernos, esa es su filosofía y su razón de ser. Pero una cosa es el gobierno y otra los hombres que dentro de él tienen responsabilidades. Aquí quiero volver a aquello que antes hemos dicho, no es suficiente vestir de rojo rojito y tener cargo importante en el gobierno para representar lo que Chávez quiso.
Según los cables internacionales, en su mayoría procedentes de fuentes aliadas de USA, bastó que Rusia entrara en combate aéreo en Siria para que el Ejército Islámico comenzase a retroceder y el ejército oficial de ese país árabe retomase posiciones que estaban en manos del invasor, a quien todo el mundo, hasta los gringos, califica de terrorista.
En Venezuela no; pese los bombazos que el gobierno dice lanzar uno no ve que las huestes de Mendoza retrocedan. Al contrario, lo que hoy cuesta cierta cantidad mañana después de la ofensiva de la artillería oficial, sin duda alguna, costará y cuesta mucho más. Eso sí, estos bombazos, que el gobierno denuncia lanzados desde las trincheras de Mendoza, no le obligan a guarecerse allá arriba; a Miraflores, no llegan; pero abajo, donde estamos nosotros sin casco, si y hacen daño, tanto que hasta ya provocan llantos. Porque es verdad, no es mentira, esas bombas en su mayoría salen de donde el gobierno dice. Pero aquí también está sucediendo como cuando los gringos dicen haber tirado sus bombas a fuerzas armadas contra las cuales combaten pero caen en escuelas, hospitales y hasta ancianatos o en medio de una reunión de periodistas. Pues resulta, que los productos que el gobierno subsidia y produce en sus plantas, a buena parte de la población que no puede hacer colas por razones de edad o por estar trabajando, no les llegan directamente, entonces esta gente se ve obligada a comprárselos a los bachaqueros que es un bombazo estruendoso y mortífero en bolsillo y ánimo de ella. Y no hablemos de esos productos como algunos de Lácteos Los Andes o marcas de café de plantas del Estado, que la gente no ve en los abastos, bodegas, etc, pero si llegan a las cafeterías para que allí cobren al precio que les venga en gana a los dueños de estos negocios. Es decir, estas son bombas que se lanzan para un lado y cogen para otro.
¡Ojo pelao! En esta guerra usan hasta bombas "caza bobos". Nos aumentan el salario, los empresarios protestan para que la gente crea; es una bomba "caza bobos". Apenas uno comienza a cobrar creyéndose resarcido, los precios vuelan y nos ametrallan las ilusiones.
Por cierto el bachaqueo es una bomba de IV generación, pues el bachaquero es como un infiltrado que le hace la guerra a su propia gente y uno no sabe a ciencia cierta, por la conducta institucional frente a él, a cuál equipo juega. ¡Pero como causa destrozos!
De donde uno concluye, por lo que ve, escucha y siente, que si hay una guerra donde los contrincantes se tiran bombazos de aquí pa´ allá y de allá pa´ acá, pero estos no caen en el bando enemigo, sino como las bombas gringas, en medio de la gente, que no estando activa en el combate, se encuentra en pleno centro del campo de batalla, no porque quiera, es que tomaron su vega pá potrero. Hay pues una guerra donde quien está en medio de los contrincantes, el pueblo, es quien recibe los bombazos. Hasta gente del pueblo mismo a éste todo pone explosivos y se queda allí campante. ¿Entonces, quién está ganando, quién perdiendo esta guerra? ¿Quién pudiera explicarme este enredo?