Macri y Venezuela

Innumerables errores tácticos y estratégicos acarrearon la amarga derrota electoral del Frente Para la Victoria en los pasados comicios presidenciales del domingo en Argentina. El peligro de este verdadero salto atrás en el país austral seguramente acarreará algunas consecuencias predecibles y también, ciertamente, impredecibles tanto para su pueblo como también para la latinoamérica insurrecta que se familiarizó y encontró futuro en la fórmula bolivariana de Chávez.

En el preciso momento que resultó impositivo que Scioli fuera el abanderado para preservar la continuidad del progresista gobierno de los Kirchner, buena parte de su electorado acusó "plomo en el ala" a la hora de sumarse de manera entusiasta y decidida hacia el urgente y necesario reto de mantener lo hasta ahora conquistado en la Argentina. El pasado poco convincente de este personaje le traería como consecuencia que buena parte del electorado "duro" del partido de gobierno cometiera el "desliz" histórico de emular la hazaña del pueblo Numantino. No haber previsto, preparado y encontrado un sucesor de consenso, más acorde a la naturaleza del proyecto de los Kirchner resultó la primera causa de esta amarga derrota.

Macri debiera saber, antes de continuar comportándose como todo un engorilado Tarzán, que lo de este domingo ha sido solo un agónico triunfo electoral, más promovido por la gigantesca y desproporcionada campaña mediática, tanto a nivel nacional como internacional, que por su descollante carisma y liderazgo. La encarnizada Guerra Económica, de dimensiones muy parecidas a las de Venezuela, sin lugar a dudas hizo el resto. Por lo demás tendrá que gobernar, le guste o no, junto a un Congreso que no solo lo adversa sino que también le será una verdadera camisa de fuerza ante el primer asomo de sus esperadas chifladuras de "cheto" petulante. Lo pírrico de su triunfo le mantendrá en un permanente vilo, sobre todo cuando pretenda imponer las conocidas y escalofriantes recetas del FMI, contraprestaciones obligadas que tendrá que saldar inmediatamente comenzado su gobierno, y que el pueblo argentino tanto conoce y desprecia.

Si bien el sombrío triunfo de Macri, y de manera ciertamente a la ligera lo están pretendiendo hacer ver, podría significar una "pata gallina" para que la Oposición venezolana alcanzase el triunfo en el venidero 6 de diciembre, también podría resultar todo lo contrario. Podría servirle de oportuno escarmiento a este electorado sobre las nefastas consecuencias de "meter la pata" como lo hicieron los hermanos argentinos, de permitir que los apátridas "pelucones" de este lado del "arauca vibrador" alcanzasen la mayoría calificada en la Asamblea Nacional.

Si bien las pasadas elecciones presidenciales en Argentina revistieron importancia mayor, las elecciones de este 6 de diciembre en Venezuela hace tiempo tienen garantizado una estelar importancia, mantiene inclusive a muchos en la Casa Blanca literalmente comiéndose las uñas. Y es que, sin lugar a dudas, la revolución bolivariana a convertido a Venezuela en la verdadera "joya de la corona" para reescribir el próximo escenario del convulcionado ajedrez político internacional. Incluso el propio e iracundo fantoche de Macri tiene claro que su triunfo no será tal de ganar los candidatos de la Revolución.

Si bien en Argentina el fútbol se ha convertido en una verdadera religión, en Venezuela la política viene asumiéndose de igual manera. Venezuela es, conjuntamente con Cuba, el primer referente electoral y político en latinoamérica, ejemplo obligado para estructurar la política exterior y los modelos de campaña tanto de sus seguidores como de sus adversarios. Macri está convencido de ello y por lo tanto sabe que mientras exista un halo de respiro de la Revolución venezolana Argentina no se transformará en su Bombonera.

 



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Waldo Munizaga


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