No sólo fue Unasur el o la que pensó que el gobierno venezolano podía tener oscuras razones para tratar de ocultar los hechos relacionados con la muerte del delincuente adeco. También gobiernos impregnados hasta la última célula de su cuerpo con la sangre de centenares de miles de seres indefensos, se han sumado al coro de quienes, teniendo igualmente un amplio y espeluznante prontuario en materia de derechos humanos, andan pidiendo una investigación del mencionado asesinato. Tal es el caso del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Este sujeto, que a pesar de ser el menos indicado para estar haciendo este tipo de petición, pues junto con el narcotraficante de Uribe sembró de fosas comunes todo el territorio del vecino país, hace poco declaró lo siguiente: "El asesinato del opositor en Venezuela no tiene justificación. Este asesinato merece la condena del mundo entero. Esperamos que se haga toda la investigación del caso y que los responsables sean judicializados".
Por supuesto que todo asesinato merece la más enérgica repulsa, el más categórico rechazo por parte de la gente de bien. Incluso, los crímenes colectivos como los cometidos por los estados Unidos Unidos en Irak, Libia y Siria, donde los gobiernos del país imperial se han valido de bandas de terroristas para perpetrarlos, también merecen ese rechazo.Y sin embargo, que sepamos, este señor no ha abierto el hocico para condenar esos crímenes de lesa humanidad. Al parecer, piensa que la vida de pueblos enteros inmolados por la vesania criminal del Tío Sam, vale menos que la del delincuente adeco asesinado por unos de sus compinches. Igual actitud ha mantenido contra las masacre que cotidianamente Israel comete contra el indefenso pueblo palestino y donde diariamente perece cualquier cantidad de jóvenes, mujeres y niños. Y en cuanto a nuestro país corresponde, varios han sido los crímenes cometidos contra dirigentes políticos nuestros. Entre los que recuerde, está la de Robert Serra, que a pesar de la forma tan bárbara como fue asesinado, no mereció por parte del presidente de Colombia ni una miserable nota de condolencia. Y eso que en ese atroz atentado estuvieron implicados un paramilitar colombiano y la oposición venezolana. Entonces este farsante no pidió al mundo, como ahora lo hace con motivo de la muerte de un indeseable, una categórica condena ¿Por qué será? ¿Será acaso que entre este hampón y el presidente colombiano existe alguna afinidad que exige ese gesto solidario? No sé, pero de que vuelan vuelan.
En cuanto a nosotros respecta, como ya dijimos, estamos de acuerdo en que todo asesinato debe ser condenado en los términos más enérgicos posible. Pero una cosa es rechazar por principios cualquier acción que atente contra la vida de una persona y otra muy distinta es hacerlo con fines político, con el propósito de desacreditar gobiernos con los cuales se mantienen radicales e irreconciliables diferencias. Como lo ha hecho el sarandajo de Colombia, que sin el menor escrúpulo y casi de una manera directa, trata de responsabilizar al gobierno de Venezuela en los hechos que acabaron con la vida del pupilo de Ramos Allup. Y el asunto adquiere matices realmente sospechosos, porque casi en los mismos términos y de manera simultánea se han pronunciado gobiernos y tipejos que han venido adversando al gobierno de nuestro país. Y la coincidencia es tan grande y sorprendente, que hasta pareciera que se hubieran puesto de acuerdo. Lo cual no tendría nada de extraño si se toma en cuenta que todos estos lacayos y vendidos tipo Almagro, obedecen a una misma línea de acción impartida desde Washinton, ciudad donde se encuentra instalado el centro de operaciones desestabilizadoras contra los gobiernos progresistas y democráticos de nuestro continente.
Pero si repudiable son estas acciones por parte de quienes sueñan con ver convertida a Latinoamérica en una vulgar colonia del imperialismo, la actitud asumida por Uruguay en relación con el asesinato del malandro adeco, no lo es menos. El gobierno de este país, olvidando la solidaridad incondicional que Venezuela le prestó cuando más la necesitaba, también se plegó a la jauría, en cabezada por los Estados Unidos, de solicitantes de una "exhaustiva" investigación del mencionado crimen. Y si existe un país con menos razones para hacer ese tipo de petición que, como el comunicado de Unasur, tiene todas las característica de una puñalada trapera, es precisamente Uruguay. Y no nos vengan con el cuento de que esa solicitud no tenía sus segundas y perversas intenciones.
Claro que las tenía. ¿Por qué? Porque ese pedido sólo se podía hacer si se pensara que el gobierno venezolano, por tener algo que ver con el crimen, no lo iba a investigar. A este respecto son muy esclarecedoras las posiciones asumidas por países como Cuba, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina y hasta el mismo Perú. Estos países no hicieron esas exigencias porque sabían que estaban demás, que no era necesario hacerlas para que el gobierno venezolano, sin necesidad de que se las pidieran, las iba a realizar. Y como ha quedado demostrado, no sólo se hicieron las investigaciones, sino que además se han identificado tanto el autor material del asesinato como uno de sus autores intelectuales. Porque es evidente que otro de los autores intelectuales de ese hecho de sangre es el mismísimo capo de la mafia adeca. Tal vez esta actitud de Uruguay sea la clave para entender la posición de Almagro contra Venezuela, la otra, por supuesto, es el abultado soborno que este desaprensivo jetón recibió del Dpto. de Estado norteamericano.
Nota: Hay quienes cuando deben hablar callan, y cuando tienen que callar hablan. Lo peor que le puede pasar a este pueblo, desde la clase media hacia abajo, es el triunfo de la derecha fascista en las elecciones que próximamente se realizarán en nuestro país.La clase media debe recordar que durante los gobiernos de la 4ta. casi desaparece, barrida por las nefastas políticas económicas que implementaban y que casi la proletarizan por completo.