Llegamos al llegadero, no hay para dónde recular. L@s revolucionari@s sabemos que nuestra única razón de existencia es hacer la revolución. La tinta se nos agotó en la diaria e incansable tarea de exponer nuestros análisis, nuestras razones, nuestras críticas y autocriticas ante una errónea conducción del Proceso Revolucionario Bolivariano y los que debían oírlas no solamente se hicieron los sordos sino que respondieron con saña ante nuestros alegatos. Entre much@s otr@s el camarada Alcedo Mora pagó con su vida la osadía de denunciar a l@s corrupt@s que operan los llenaderos de combustibles de PDVSA en el Vigía, estado Mérida. Cientos de camaradas deambulan por las calles sin trabajo por haberse atrevido a denunciar algún acto de corrupción, desidia, ineficacia e ineficiencia del o los jefes impuestos por la cúpula en cargos de dirección o gerencia pública.
Los presentes resultados electorales no son producto de la labor opositora sino el resultado del mal gobierno que hemos impuesto al pueblo que vive honestamente de su trabajo; a ese pueblo que hoy nos castiga con su voto de rechazo le ofrecimos el “paraíso” del socialismo y le castigamos con la desesperanza, el miedo de salir a las calles (sus calles), el temor de tener que acudir a un centro de salud o necesitar una medicina para un caso de emergencia, amén de negarle el alimento fundamental para reponer las energías gastadas en sus puestos de trabajo a cambio de un salario que no le alcanza para comprar los productos de la canasta alimentaria.
El gran desfalco a la nación, el robo descarado de la renta petrolera que nos hizo la burocracia roja-rojita disfrazada de revolucionaria, asociada a lo más rancio de la oligarquía y burguesía nacional, arrastrados unos y otros ante los poderes transnacionales, han hecho el milagro de empobrecer al pueblo venezolano a pesar de contar en su suelo con riquezas minerales que entregadas al mejor postor llenaron las arcas de la república.
El saqueo cometido es muy grande, 250 mil millones de dólares se esfumaron de las arcas del Banco Central de Venezuela, la riqueza de la nación la expoliaron unos tantos para dejarnos en la más deplorable pobreza, para convertir el salario mínimo de 350 dólares mensuales a los 35 dólares que hoy recibimos por igual concepto. E@s tant@s que nos robaron parte de nuestra existencia están identificad@s o por identificar. Si, aunque usted no lo crea, con la poca información que contamos l@s que asumimos la tarea de descubrir a los culpables de tamaña estafa, aunado a los escasos recursos para acometer tan complejo trabajo, hemos encontrado e identificado a l@s ladron@s. Con las evidencias en mano hemos solicitado la intervención de las autoridades con competencia para ello pero sólo hemos logrado persecución, amenazas y retaliación. Todo parece indicar que las autoridades a las que hemos acudido forman parte de l@s estafador@s o están determinadas a encubrir sus fechorías, no encontramos otra razón para la respuesta o falta de respuesta recibida por la Fiscalía, Contraloría, Defensoría Pública, Defensoría del Pueblo, Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, Poder Judicial y Presidencia de la República.
El gobierno nacional, el mismo que está administrado por la cúpula cívico militar que todos conocemos (la misma que se enroca una y otra vez), está en una encrucijada. Tiene al menos dos caminos para escoger: uno, el más honorable, el de la revolución. Ello implica practicar la Auditoría Pública y Ciudadana de los recursos que entraron, fundamentalmente, por la venta de nuestro petróleo (renta petrolera) y fueron entregados a l@s ladron@s por organismos del Estado: Cadivi, Sumadi, o cuantos nombres tenga la hidra de mil cabezas cuyos gerentes están identificad@s con nombres y apellidos (unos en fuga y otros bien instalados en lujosas mansiones del Country Club). La auditoría abierta (pública), con participación de tod@s ciudadan@s que tengan algo que aportar dará con los nombres de empresas y particulares que recibieron dólares a cambio de prestar un servicio a la nación (importar bienes, servicios, alimentos, insumos para la industria, ect.) y se los embolsillaron (robaron).
Allí, en ese lote, encontraremos a empresas nacionales y transnacionales de reconocido “prestigio” (Ford, Toyota, Polar, empresas de Seguro, etc.), igualmente encontraremos a particulares que forman parte de la oposición al Proceso Revolucionario Bolivariano y, lo más trascendente, a miembros, familiares y allegados de muy connotados “dirigentes revolucionarios”. Hecho el trabajo, es decir tomado el camino revolucionario, quedaran al desnudo l@s delincuentes que nos estafaron, sus compinches y encubridores. Tendrán que irremediablemente ir presos y sus fortunas confiscadas. De la cúpula cívico militar, identificada por haber participado del festín, tendremos sus cargos y espacios burocráticos para emprender el camino de la rectificación e incorporación de toda la ciudadanía al proceso participativo y protagónico que prescribe la Constitución Nacional para dar vida a un auténtico Plan de la Patria.
Este camino, sin ser pesimista, creo que el alto gobierno no lo emprenderá púes sería como echarse cuchillo a su propia garganta. El segundo camino, el de la concertación contrarrevolucionaria con los operadores de la MUD permitirá a la cúpula cívico militar que pregona un engañoso socialismo mantenerse en el poder, salvar su pellejo por un tiempo más prolongado y abrir de par en par las puertas a una Fedecamaras ansiosa por administrar la renta petrolera que aún se genera.
Ante este desolador panorama, la encrucijada también se presenta a mujeres y hombres que militamos en el Proceso Revolucionario Bolivariano. El tiempo es el de tomar el camino de la insurrección “militante”, es decir, solicitar junto a nuestro pueblo, mediante la recolección de firmas, un referéndum para practicar la Auditoria Pública con participación Ciudadana que pondrá tras rejas y en estampida a l@s corrupt@s que administran y se lucran de nuestras riquezas. No debemos temer si ello implica defenestrar al propio Presidente de la República, ante tal situación acudiremos a comicios presidenciales con la frente bien en alto, satisfechos de haber cumplido con nuestro deber revolucionario y no abra poder alguno que nos robe la victoria.
¡Patria o muerte! ¡Venceremos!
¡Sabino nos mostró el camino, nos muestra el camino, me muestra el camino!